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6/9/12

SAN GREGORIO MAGNO Y LA TRANSFORMACIÓN MONÁSTICA DE LA IGLESIA CATÓLICA (I)

El equilibrio entre los intereses longobardos e imperiales en la Italia del siglo VII había ahorrado a los débiles papas de ese periodo la humillación última de verse tratados como simples funcionarios bizantinos o como meros capellanes longobardos.  Entretanto los longobardos estaban siendo culturalmente asimilados a la población católica mientra la iglesia romana propiamente dicha, cada vez mejor cimentada, empezaba a reconocer que tenía importantes responsabilidades fuera de la península.  La figura clave fue Gregorio I (conocido con el sobrenombre de Magno, papa del 590 al 604).  San Gregorio fue el último de los cuatro doctores latinos de la Iglesia y el único de ellos que fue papa.  Su piedad y erudición hicieron de él, a la manera de San Agustín, el más influyente de los maestros cristianos de la Edad Media.  Pero en su tiempo su posición en Roma le obligó a asumir la responsabilidad de transformar la naturaleza de la idea romana para adaptarla a las condiciones bárbaras.
Pese a su respetuosa actitud para con el emperador de Constantinopla, San Gregorio creía en la autonomía de la iglesia romana de occidente, en España y la Galia así como en Inglaterra, donde llegó una misión en el 597.  El éxito de aquella empresa, seguida de una misión de regreso entre los germanos paganos del continente, proporcionó al papado a principios del siglo VIII vasallos católicos en el norte, devotos incondicionales de Roma; para estos cristianos, este vínculo no tenía connotaciones políticas y se reducía simplemente a un compromiso religioso.
San Gregorio confió la misión de Inglaterra a los monjes de roma, mientras que hasta entonces la conversión de los bárbaros dentro del imperio había correspondido normalmente a los obispos supervivientes de las antiguas provincias romanas.  Los monjes misioneros, que pasaron a ser obispos, transformaron el carácter del obispado y de la iglesia occidental durante los siglos VII y VIII.  Los monjes de San Gregorio en Inglaterra fueron los más famosos de un grupo que, a partir de mediados del siglo VI, abordó el problema de convertir a los bárbaros.  Desde Braga, capital de provincia, los monjes penetraron en Galicia y convirtieron a los suevos al catolicismo (550-561); más o menos en la misma época Columba establecía una comunidad en Iona (563), donde recibieron la fe los pictos y los northumbrios.  En el 590 Columbanus se trasladaba a Borgoña desde Irlanda y él y sus discípulos fundaban monasterios desde los cuales se respaldaron los esfuerzos para la conversión de Alamania y Baviera.  
En el curso del siglo VII fue fundado un gran número de monasterios por parte de generosos patrocinadores reales en España, las islas británicas, la Galia y Alemania.  Sus monjes pasaron a ser cortesanos y obispos, al tiempo que también pasaban a engrosar nuevas generaciones de misioneros.  En Inglaterra, la cristiandad monástica ejercía una autoridad sobre el obispado y sobre la vida cultural de la iglesia que no se perdería antes de la Reforma.  En la Galia, espiritualmente hizo sombra a los obispos, salidos de la aristocracia establecida, cuyas energías habían salvado a la iglesia en el siglo V.


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EUROPA: ORIGEN Y JUSTIFICACIÓN aquí
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