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10/9/12

LA NUEVA POTENCIA: EL ISLAM (III)

A principios del sigl VII, el Islam había alcanzado sus límites futuros y no lo había hecho a través de triunfos continuados, sino de dos o tres impulsos pletóricos de fuerza y a despecho de las serias dificultades encontradas dentro de su propia comunidad.  Había demostrado su capacidad para tratar con eficacia tanto sus propios hombres comolos de las tierras conquistadas y, a finales del siglo VII, kos alifas Abd al-Malik (685-705) y Abd al-Walid (705-715) estuvieron en condiciones de consolidar su imperio.  Al-Malik fue quin acuñó los primeros dinares árabes de oro puro en el año 695, renunciando a autorizar o a imitar las monedas de oro de Roma y Persia. el registro público de gastos e ingresos instituido en tiempos del califa Omar, y entonces escrito en griego o persa por los funcionarios locales, pasó a ser escrito en árabe a partir de entonces.  El gobierno musulmán tuvo que reconsiderar su política tributaria para hacer desistir de sus propósitos a aquellos que querían convertirse al islamismo para disfrutar de las exenciones que gozaban los musulmanes árabes, especialmente en Iraq y Jurasán.  La comunicación con las provincias exigía transportes y servicios de comunicación adecuados a las necesidades oficiales.  Los califas omeyas también combatían el prestigio religioso de Arabia promoviendo la significación islámica de Jerusalén en la Cúpula de la Roca y construyendo la magnifica mezquita de Damasco.
Los invasores árabes procedentes del sur demostraron más rápidamente su capacidad para hacerse cargo del gobierno de un imperio que cualquiera de los pueblos bárbaros que habían penetrado desde el norte durante los siglo IV y V,   Los musulmanes, con Siria, habían conseguido mucha mayor ganancia y al momento se aprovecharon de los servicios de los funcionarios cristianos que trabajaban en la administración.  Sin embargo, los musulmanes no se instalaron en un determinado lugar del imperio.  Se habían apoderado de la mitad del imperio romano y lo habían incorporado al conjunto del imperio persa y a otros territorios, con lo que forjaron un estado que era el más grande del mundo conocido.  Fragmentaron la unidad mediterránea, tan trabajosamente conseguida durante siglos y, a partir de entonces, sus orillas sur y este pasaron a convertirse en parte de un mundo diferente desde el punto de vista cultural.  Los beduinos supieron mantener unidas unas tierras mucho mejor que lo habían hecho los romanos a través de los mares.
Con el paso del tiempo, el Islam comenzó a penetrar las culturas de los diferentes pueblos, principalmente mediante el uso de la lengua árabe y el estudio del Corán. Sin embargo, a la corta, el imperio fue el resultado de la expansión de las tribus árabes, que en lugar de luchar entre sí se dedicaban ahora a combatir a sus enemigos.  Inicialmente no esperaban ni exigían de ellos que se convirtieran a su fe, sino que hacían vida aparte como guerreros disciplinados, entregados a la conquista y no a la dispersión de energías en empresas individuales.  Sin embargo, tan pronto como alcanzaron los límites de sus conquistas posibles, comenzaron a adquirir importancia otras cualidades diferentes.  El realismo político y la continuidad aportados por los Omeyas de Damasco, antigua capital de provincia romana, demostraron que aquellos bárbaros meridionales habían visto la manera de combinar el talento árabe y el talento romano de una manera que los bárbaros septentrionales desconocían.  Al realizar la unidad interna, se inició el florecimiento del Islam.

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