Visitas hasta hoy:

26/9/12

INGLATERRA, EL IMPERIO CAROLINGIO Y EL EMPUJE DEL NORTE (II)

La monarquía inglesa del siglo X dependía de la habilidad del rey para dirigir las tropas durante la batalla y conducirlas al éxito, lo que requería el acertado nombramiento de thanes reales (nobles militares), adecuadamente pertrechados, que alcanzaban aquella dignidad social como parte de su recompensa.  Los reyes también aprendieron a desarrollar una estrategia nacional para el trato con el enemigo.  El propio Alfred construyó puntos defensivos llamados buhrs y la larga lista de los que se han conservado demuestra que fueron construidos con propósitos militares.  La organización de los trabajos para la construcción del buhr, puente y camino, según el terreno, planteaba nuevas exigencias a la humilde población que no participaba en la batalla.  La carga de los tributos ciertamente se había hecho bastante regular en el siglo X para que a los reyes se les ocurriese recaudar importantes sumas con las cuales poder recompensar a los daneses por abstenerse de agredirlos cuando reanudaron las incursiones.  Estas últimas incursiones demuestran que se consideraba que Inglaterra era un lugar que valía la pena volver a saquear.  Sin embargo, esta vez los daneses no estaban interesados en expoliar los monasterios, pese a que los había en gran número y a que volvían a ser prósperos gracias al patrocinio real, sino que esta vez se habían propuesto atacar a la propia monarquía.  Corría el año 1013, y en esa fecha la monarquía inglesa se había convertido en el estado más poderoso al norte de los Alpes.
El rey controlaba la emisión de moneda nacional, pese a que las monedas eran acuñadas en cecas de todo el país.  Generalmente la administración del país no tenía como base las antiguas tribus, sino divisiones más pequeñas, y primeramente fue aplicada en Wessex para ser después trasladada sistemáticamente al resto del país, tal como fue adoptada por los reyes de Wessex inspirándose en los daneses.  Las unidades más extensas, los shires o comarcas, eran territorios constituidos alrededor de una ciudad importante o de un punto fortificado del cual tomaban su nombre.  Los shires estaban subdivididos en hundreds, localidades con jurisdicción legislativa, financiera y probablemente militar.  Los reyes promulgaban códigos de leyes e lengua vernácula, al principio extraídos de los pertenecientes a varios reinos ingleses, pero que cada vez fueron adaptándose más a las condiciones cambiantes del siglo X.  Exigían que los hombres tuvieran señores que respondieran de ellos en las cuestiones legales o que pertenecieran a grupos de seguridad colectiva formados por diez vecinos.  El poder real para dirimir los litigios no permitía que el país cayera en manos de señores territoriales o se fragmentara en localidades.  Los reyes obtenían el reconocimiento de su señoría de los principados celtas que habían sobrevivido (Devon y Cornualles pasaron a ser parte de Wessex); únicamente en el note su situación resultó insuficiente para aplicar el poder real.  Esta monarquía demostró que era una institución perfectamente establecida por una sucesión de reyes, no siempre excelentes, en el curso del siglo X y pudo sobrevivir a sus tribulaciones en el siglo XI para convertirse en la base de una monarquía normanda, mucho más poderosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión me interesa, pero será revisada antes de su publicación