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14/9/12

LAS DIVISIONES DENTRO DEL IMPERIO

El único hijo superviviente de Carlomagno, Luis, trató de conservar el imperio, para gobernar el cual se encontraba preparado después de los años que había pasado rigiendo Aquitania.  Pero no bastaba con sus intenciones para resolver las dificultades intrínsecas de la tarea, sobre todo porque sus hijos (habidos con su primera esposa) ya no estaban comprometidos como los de Carlomagno en continuas campañas contra enemigos exteriores y se preocupaban primordialmente de las tierras que tenían asignadas para su gobierno y de sus perspectivas futuras, especialmente después del nacimiento de otro hijo, Carlos (823), habido con la segunda esposa de Luis. Las divisiones dentro de la familia carolingia y las sucesivas divisiones del imperio entre los miembros de la familia redujeron el imperio en sí a una ficción política.  El clero, que estaba destinado a gozar de la influencia en lo que se refiere a aconsejar a un emperador de vasallos cristianos sobre un programa imperial modelado en un desvanecido imperio de libro de historia, necesitaba un gobernante que estuviera dotado de una mente independiente.  No podía tolerar ningún fallo en este aspecto, sobre todo para mantener la armonía entre los príncipes rivales de la dinastía.  Dejando aparte la deficiencias de los príncipes y el carácter heterogéneo de las tierras que correspondían a su sector, las necesidades básicas del gobierno en el siglo IX eran necesariamente muy locales.  La repulsa por parte de los carolingios de sus vecinos hostiles había creado unas condiciones favorables para la mejora dela agricultura dentro del imperio, si bien la industria, el comercio y la vida urbana permanecían atrasadas.  Había desaparecido el antiguo botín, útil para estimular la economía del imperio, aparte deque su creciente prosperidad agrícola y de manera particular, sus deslumbrantes iglesias habían empezado a atraer  los salteadores y no ya por tierra sino por mar, medio en el que los francos no confiaban y para el que carecían de experiencia.  La división del imperio entre los tres hijos supervivientes de Luis I en el 843 no acabó con las peleas ni con el sentido de unidad de las tierras francas.  En realidad animó a todos los gobernantes a improvisar procedimientos para constituir un apoyo militar y unas alianzas con las grandes familias de sus tierras no pertenecientes a la realeza, lo que excluía toda posibilidad de restablecer la unidad.
El "reino medio", perteneciente al hermano mayor, Lotario, que abarcaba todos los puntos clave del imperio -Roma, Pavia, Aquisgrán-, así como gran parte de las tierras que tenía la familia en Austrasia, volvieron a ser divididos entres sus tres hijos después de su muerte en el 855.  Diez años más tarde, Luis el alemán dividió su reino entre sus tres hijos.  Fue por azar y no como resultado de un plan que "Alemania" fuese reunificada en el 882, al quedar Carlos el Gordo como único superviviente.  En occidente, Carlos el Calvo tropezaba con dificultades en la obtención del reconocimiento de sus derechos en Austrasia, donde en el 852 consideró oportuno nombrar rey a su hijo Carlos.  Dos de sus otros hijos fueron nombrado abades parano tener que volver a dividir el reino.  Neustria se convertiría en la parte de Luis el Tartamudo. Una vez más, volvió a ser obra de la suerte que Luis II heredase todas las tierras de su padre en el 877, si bien en el 879 dejaba de existir.  Al cabo de unos años, la defensa de París contra los normandos llevada a cabo por uno de los condes, Odón, le procuró su nombramiento como rey de los francos en el 888.  Se convirtió así en el señor más poderoso del oeste deFrancia que reclamase el Imperio.  En efecto, el imperio carolingio había desaparecido.  Las antiguas tierras del centro y del oeste con tradiciones históricas más larga, desarrollaron unas instituciones propias.  Sólo en oriente seguía gozando de valor el concepto de imperio cristiano, ya que sin él los gobernantes de Alemania corrían el riesgo de convertirse progresivamente en víctimas de sus enemigos orientales.
El esfuerzo de renovación cultural iniciado pro Carlomagno sobrevivió a su muerte y alcanzó su punto culminante a mediados del siglo IX.  Sus logros no se vinieron abajo como resultado del derrumbamiento del imperio sio que la recuperación de algunas grandes escuelas, como la de Reims, persistió  lo largo de las generaciones y más adelante propulsó movimientos escolásticos.  Carlomagno atrajo a su corte a eruditos de toda la Cristiandad y mancomunó sus experiencias, lo que hizo que las generaciones posteriores trabajaran desde una base más amplia que antes.  Entre los hombres pertenecientes a naciones no francas que prestaron sus servicios al imperio carolingio destacan los ingleses, y llama poderosamente la atención al rápido progreso alcanzado por éstos en el siglo que sigue a su conversión al cristianismo.

Para saber más puedes leer:

HISTORIA MEDIEVAL DE LAS ESPAÑAS I aquí

HISTORIA MEDIEVAL DE LAS ESPAÑAS II aquí

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