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19/9/12

LOS REINOS BÁRBAROS EN INGLATERRA (I)

El otro gran estado que surgió en esta época en el norte de Europa fue Inglaterra, que a partir de entonces ejerció una poderosa influencia durante toda la Edad Media.  Gran parte de su historia correspondiente a sus años de formación sigue siendo oscura y confusa, si bien destacan dos períodos, que están, en cambio, perfectamente documentados: la conversión de los pueblos ingleses en el siglo VII, según la describe Beda el Venerable y la construcción de la monarquía unificada bajo los reyes de Wessex en el siglo X.  Estos dos períodos se encontraban separados por la época de la invasión danesa y el establecimiento de este pueblo, repetición tardía de los mismos fenómenos que habían atraído a los ingleses a Gran Bretaña cuatro siglos antes.
La boda de Ethelbert, rey de Kent, con una  princesa merovingia, Bertha, que abrió la vía de la misión romana a Inglaterra en el 597, demuestra que por aquel entonces se habían ya restablecido las relaciones políticas entre los colonizadores ingleses y el continente después de un siglo y medio de silencio.  Solamente un cronista inglés contemporáneo, el monje Gildas (aprox. 570), nos facilita alguna información sobre la situación del país en aquella época oscura y su obra, Ruina y conquista de Bretaña, apenas nos aporta hechos precisos susceptibles de datación.  Sin embargo, cuando después del 597 vuelve a empezar la crónica inglesa, se hace evidente hasta qué punto había cambiado la situación en Inglaterra en los dos siglos transcurridos desde que la administración romana se había hecho cargo de la situación.
Durante la primera mitad del siglo V, los pueblos romano-británicos, abandonados a sí mismos con la retirada de las legiones romanas al continente, debieron tratar particularmente con invasiones procedentes del norte, que atravesaron lo que había sido la frontera mejor defendida del imperio romano: la muralla de Adriano.  Es probable que los británicos emplearan tropas auxiliares germanas, según era costumbre en el continente, y quizás algunos de ellos se establecieron junto con sus familiares en enclaves ya en el siglo IV, si bien ni ellos ni sus sucesores se vieron absorbidos por la sociedad provincial.  Sabemos que, por lo menos a mediados del siglo V, los germanos querían establecerse independientemente de las autoridades romano-británicas y no fue posible impedir que se instalasen en la parte oriental de la isla, más romanizada que el resto.  Seguían existiendo enclaves británicos y hubo algunos britanos que fueron convertidos en esclavos por los conquistadores.  Sin embargo, los germanos no estaban romanizados en lo tocante a lengua y religión, por lo que la Britania romana fue la única provincia del imperio occidental conquistada por los bárbaros donde los invasores no tuvieron que pactar con los supervivientes de la civilización romana.  Los romano-británicos del oeste hablaban la lengua celta, pero seguían escribiendo en latín.  También seguían siendo cristianos, aun cuando sus obispos, a diferencia de los de la Galia, abandonaron sus ciudades y no trataron de convertir a los germanos, que eran paganos, no arios.  Durante un tiempo, a finales del siglo V, los británicos consiguieron frenar el avance germano hacia occidente, si bien no llegaron nunca a recuperarse para desalojar a sus antiguos auxiliares de la isla.  A mediados del siglo VI habían tomado forma varios reinos germánicos diferenciados, los cuales ejercieron presión sobre los británicos, cuyas regiones comenzaron a reducirse a partir de aquel momento.

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