Visitas hasta hoy:

6/9/13

LA NUEVA VIDA CONSTITUCIONAL EN FRANCIA (II)

Luis IX fue el primer rey de Francia que aceptó las nuevas responsabilidades que comportaban los cambios de principios del siglo XIII.  No tenia ambiciones que incorporar a su reinado y lo único que debía hacer era reconciliar sus nuevos vasallos con sus normas y encontrar la manera de hacer más justas y armoniosas sus mutuas relaciones.  Sus ideales de Cruzada probablemente contribuyeron a que hubiera muchos hombres que aceptasen su liderazgo de más buena gana, aunque sería falso juzgar su cruzada como un medio para conseguir un determinado objetivo político.  Luis tenía ideas muy firmes sobre los deberes de la monarquía y sobre sus derechos y no dudaba en defender su posición en la iglesia francesa, por ejemplo contra la intromisión papal.  Sin embargo, este no era un monarca belicoso y veía su función real como un ejercicio de reconciliación, cosa que lo indujo a llevarlo a la realidad investigando los abusos de la administración y ofreciéndose a dirimir litigios a través de tribunales reorganizados.  Antes de partir en su primera cruzada ordenó una inspección de la administración real por todo el país, a fin de solventar agravios pendientes.  Sin embargo, hasta su regreso en 1254 no se embarcó en una serie de medidas destinadas a corregir los abusos que se habían producido en su ausencia y a iniciar reformas más profundas y generales en los tribunales de justicia.
Luis no disfrutaba de poderes generales para cambiar las leyes del reino, pero consiguió eliminar de sus tierras los juicios dirimidos a través de luchas.  Su reforma legal más importante consistió en usar en sus tribunales reales el procedimiento de la enquête o jurado indagatorio según se empleaba en los tribunales eclesiásticos.  El parlament del rey en París se convirtió a partir de entonces en un poderoso tribunal de primera instancia para sus tierras y para las apelaciones de sus vasallos.  Luis incluía entre ellos a sus muchos hermanos, para quienes su padre había dispuesto la adjudicación de extensos territorios como infantado, así como a Enrique III de Inglaterra, que se convirtió en su vasallo para el ducado de Aquitania en virtud del tratado de París de 1259.  Este puso fin a la hostilidad entre los dos reinos, que se había iniciado cuando Felipe II confiscó las tierras francesas de Juan. Durante un tiempo esto satisfizo las expectativas de Luis, pero posteriormente las condiciones del tratado dieron lugar a nuevos problemas, debido a que ambos reyes comenzaron a pensar menos como personas que se habían obligado a un compromiso que como soberanos y gobernantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión me interesa, pero será revisada antes de su publicación