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1/9/13

LA EDUCACIÓN

La educación escolar es la única formación de juventud que se conoce con algún detalle en relación con este detalle.  Sus objetivos se reducían a enseñar a leer y escribir, al principio sólo en latín, como correspondía a los muchachos destinados a la vida religiosa.  La impopularidad de que gozaba entre los escolares debe atribuirse a la importancia que se aba a la necesidad de despertar la atención de los jóvenes y de inculcarles unas enseñanzas.  Aunque es posible que los adultos medievales mostrasen menos indulgencia, incluso con niños muy pequeños, que los adultos actuales, la principal razón del rigor que mostraban con los niños obedece probablemente a que éstos no podían hacerse ni la menor idea del placer y ventajas que obtendrían más tarde con el dominio de una lengua extranjera y universal.  Estos muchachos no procedían de familias de clérigos ni seguían los pasos de un antepasado digno de respeto.  Sus hermanos, en cambio, debían proceder a imitar a sus familiares mayores y ponerse a su nivel, fuera alto o no tanto.  Aprender a montar a caballo o a labrar la tierra seguramente era mucho más interesante que aprender gramática.
La formación en Italia y en el sur de Francia abrió camino a los laicos para emprender unas cuantas profesiones estimadas, como leyes y medicina, pero en todo el resto de la Europa medieval corría a cargo delos obispos y de los monjes el mantenimiento de las escuelas y, de manera especial, la labor de buscar novicios.  Sólo a partir de finales del siglo XI los estudios eclesiásticos aspiraron a algo más aparte del dominio de la cultura antigua.  Los debates sobre cuestiones conflictivas del derecho eclesiástico obligaron al clero a estudiar las leyes formales del imperio romano y también permitieron descubrir que la preparación en materias tales como la lógica formal y la argumentación tenía ventajas académicas a la vez que prácticas.  Estos estudios ayudaban a formar las mentes de la juventud y la incitaban a creer en la fuerza de las palabras para resolver problemas.  Comenzaron entonces a aparecer algunos grandes centros para estos estudios avanzados.  Los maestros de París y los estudiantes de Bolonia organizaron sociedades para proteger sus intereses (en latín universitates), que se convirtieron en modelos de instituciones parecidas por toda Europa.  Sin embargo, al norte de los Alpes fue sobre todo la estimulación a aprender por obra de la iglesia lo que llevó a la fundación de escuelas.  El clero también fomentaba el deseo de conocer los rudimentos de las letras suministrando libros religiosos adecuados en lenguas vernáculas, las cuales contaban con muy escasa literatura digna de ser leída y muchas veces con ninguna.  Así que surgió un público instruido en las lenguas vernáculas, el ambiente cultural favoreció la composición de obras notables.  De no haber sido así, la Divina Comedia de Dante a principios del siglo XIV en la Toscana o la poesía de Chaucer en Inglaterra al final de ese mismo siglo no habrían despertado el más mínimo interés.

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