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8/9/13

LA IMPORTANCIA DE LAS CIUDADES EN EL MEDIEVO (I)

Así como para los eruditos clásicos la recuperación de los estudios del latín significa el final de la Edad Media y el renacimiento de la cultura, para los historiadores de los aspectos económicos y sociales la reaparición de la vida de la ciudad parece indicar el derrumbamiento del orden feudal.  Aquellos observadores de clase media que identifican el progreso con las ciudades no necesitan la dialéctica marxista para convencerse de la obviedad de que el advenimiento de las ciudades y la promoción del comercio y de la industria son medios de propiedad y de progreso.  Nacidos en sociedades urbanas e industriales adineradas, dan por sentada la superioridad urbanita sobre la vida rural.  Iguales prejuicios tenían los funcionarios medievales, que se mofaban de las gentes del campo de cuyo trabajo dependía entonces toda prosperidad.  Hasta que el campo no produjo suficientes excedentes comerciales, la economía medieval, como la de todas las sociedades campesinas, no apuntaba más alto que a la economía de subsistencia. Los pocos lujos disponibles se adquirían en las ferias o se prescindía de ellos. El gasto más considerable del gobierno imperial romano, el ejército, dejó de ser una carga para la economía después del derrumbamiento del imperio, que puso la defensa en manos de cada localidad y de los hombres libres que poseían armas.  Con el tiempo, el campo, liberado de las cargas impositivas del gobierno, comenzó a prosperar.  A medida que crecía la población se iban cultivando nuevas tierras. Las comunidades, al agruparse, descubrieron las ventajas de la especialización.  La autosuficiencia ocupó el segundo lugar después del intercambio.  Las autoridades locales, dada su situación entonces, tuvieron que extender su protección sobre zonas más amplias.  De ellas había que obtener la autoridad formal para establecer lugares comerciales fortificados donde fuera posible realizar intercambios comerciales seguros y hasta los cuales pudieran desplazarse los comerciantes sin impedimento alguno.  Las ciudades, pues, pasaron a desempeñar un papel en la economía de occidente.
A medida que pasaba el tiempo estos conglomerados urbanos se adaptaron a las condiciones predominantes de sus regiones.  Unos pocos estaban tan bien situados que se proveían de suministros procedentes de muy lejos que eran transportados a través de vías fluviales, pero la mayoría no podía prescindir para su subsistencia de los suministros locales en lo que se refiere a alimento, trabajo y materias primas.
Fuera de Italia fueron pocas las ciudades que consiguieron someter las localidades inmediatas al control político urbano.  Mientras las antiguas colonias del Mediterráneo habían surgido como pequeñas ciudades y, desde el lugar abrigado en que se encontraban, habían procedido a prosperar y cultivar tierras en torno, durante la Edad Media lo que ocupaba el primer lugar era el cultivo de la tierra.  en este aspecto, las ciudades medievales eran parasitarias.

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