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19/9/13

HUNGRÍA Y LAS DINASTÍAS EUROPEAS (II)

En el siglo XV hungría estaba muy lejos de ser un país unificado.  Comprendía muchos pueblos e incluso abarcaba búlgaros ortodoxos así como un gran número de herejes bogomilos a los que los celosos sacerdotes católicos no consiguieron reprimir.  El largo período de gobernantes extranjeros que situaron a Hungría en el primer plano de la política internacional no fue testigo de ningún desarrollo institucional de la monarquía.  Los bienes de la corona y los monopolios de las minas la hacían lo bastante rica para no tener necesidad de forzar a sus vasallos a participar en sus proyectos, por lo que los grandes terratenientes estaban en condiciones de administrar sus intereses sin interferencia real.  Ni los mercaderes extranjero ni el clero participaron de la formación de las clases instruidas y emprendedoras.  El avance otomano por el sur significó que el reino ya se había reducido a unas proporciones modestas antes de que Belgrado sucumbiera en 1521; la derrota de Mohacs puso punto final a su precaria independencia, aun cuando el reino sobrevivió en manos de los Habsburgo.
Tanto Polonia como Hungría se vieron envueltas, como reinos católicos, en choques con los pueblos ortodoxos en sus fronteras, que en este período se encontraban a la defensiva en todas partes.  El colapso del imperio griego (1204) y el dominio de los mongoles sobre Rusia (1237) significaba que la ortodoxia había perdido sus protectores seculares tradicionales y que o tenía esperanzas de encontrar a otros.  No es de extrañar que la autoridad del patriarca de Constantinopla se viera discutida con la aparición de varios arzobispos autónomos ni tampoco que los piadosos cristianos se inclinaran hacia la renovación de la tradición monástica o que favoreciesen las devociones de los místicos Hesicatas.  En la república monástica del Monte Athos, unos ortodoxos procedentes de toda la Europa oriental empezaron a cultivar devociones tradicionales que inspirarían al mundo ortodoxo y harían que sobreviviese a siglos de eclipse político.  Aquellos hombres no se opusieron a la aceptación del dominio nominal de los musulmanes y fue el propio Monte Athos el que hizo las paces con los otomanos.

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