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31/10/13

LOS MANUSCRITOS ILUMINADOS

Los manuscritos se destruyen y deterioran más fácilmente que otros objetos artísticos, si bien, pese a las pérdidas, han sobrevivido millares de ellos tanto en bibliotecas públicas como en privadas que dan una idea notablemente amplia del género.  Como resultado, probablemente podemos formarnos una mejor idea de esta actividad artística queda en cualquiera de las otras conocidas.  A diferencia de la la arquitectura y de la escultura, los libros ilustrados no eran expuestos a la vista del público en aquel entonces, e incluso ahora sólo los estudiosos que gozan del privilegio de tener acceso  las colecciones de manuscritos tienen la posibilidad de examinar  placer esa clase de libros.  Esos libros ilustrados y decorados para un grupo restringido de lectores eran de muy diferentes clases.   Los que se colocaban sobre el altar para la liturgia de la iglesia solían tener adornos magníficos y solemnes, como si estuvieran destinados a los ojos de Dios.  Los libros de oración individuales procuraban mezclar figuras edificantes con escenas graciosas que sólo podían invitar a la imaginación a divagar. Una vez el número de estudiantes universitarios y de piadosos cristianos fue suficiente para garantizar un mercado de libros, los artistas profesionales, especialmente  en París, comenzaron a trabajar de manera organizada, aprendiendo de acreditados maestros y produciendo libros de alta calidad para hacer frente a la demanda.  En los períodos mas antiguos, cuando los libros tenían una circulación mucho más restringida, es probable que tanto la escritura como la decoración fueran realizadas en la misma iglesia o monasterio, aun cuando le calígrafo y el miniaturista no siempre coincidían en la misma persona.  Algunos textos estaban ilustrados por sus autores, como en el caso de Mateo Paris, que se encargó de los dibujos y cenefas de sus propias historias, mientras que otros, como los herbarios, exigían ilustraciones que fueran de utilidad a los lectores.  Los tratados de medicina y astronomía normalmente llevaban dibujos para facilitar la comprensión del texto.  Desde los mismos inicios de la Edad Media, las numerosas ilustraciones de la Biblia fueron un reto para los artistas por el amplio abanico de los temas tratados.

29/10/13

LITERATURA MEDIEVAL

A principios de la Edad Media, el cultivo de la literatura y de las letras a la manera antigua sólo podía correr a cargo del clero, que, como San Jerónimo, se sentía molesto al tener que apreciar a poetas paganos como Virgilio.  Cuando el paganismo clásico dejó de ser un reto para la Cristiandad, cambió la actitud  El clero más instruido de las mejores escuelas, especialmente en el siglo XII, se expresaba con fluidez en latín, tanto en prosa como en verso.  El interés que sentía por la literatura antigua tuvo una influencia decisiva en la composición de una nueva literatura francesa y alemana, destinada a los círculos cortesanos, más para ser escuchada que leída.  Antes de eso ya se habían utilizado algunas lenguas bárbaras europeas para escribir, sobre todo en traducciones de las Escrituras.  En Inglaterra había una larga tradición en el uso de la lengua inglesa para la poesía y las leyes y en el siglo X ya se había alcanzado una gran perfección.  Tanto en Gales como en Irlanda existía una precocidad similar. Es probable que en toda la Europa bárbara ya se recurriese a las lenguas vernáculas para entretener a las gentes no latinas con narraciones y poesías heroicas.  Se trata de composiciones que no fueron escritas y que no se han conservado, salvo Beowulf, poema inglés que nos ofrece un atisbo del mundo tal como lo veían aquellas gentes.  La poesía heroica, con la que se ensalzan las dotes y cualidades de los guerreros, está hoy mejor ejemplificada con la Canción de Roland, poema francés que refiere la historia de un episodio de la intervención carolingia en España en el 778.  El manuscrito más antiguo de este poema fue escrito más de tres siglos después.  La época de su composición en el sentido moderno e incluso el hecho de si tuvo realmente un autor son cuestiones que han provocado vivas discusiones.  el poema refleja signos tan evidentes de ideas cristianas sobre la lucha contra los musulmanes y de ideas feudales sobre el señorío que no puede ser considerado representativo de los tiempos "heroicos".  Indiscutiblemente la redacción de todas las composiciones vernáculas es cristiana, ya que los bárbaros no cristianos no valoraban la escritura y si es que tuvieron literatura, no nos es conocida de forma precristiana.
La literatura medieval en las varias lenguas vernáculas de Europa surgió de lo romances, en los que las historias latinas del pasado clásico y céltico volvían a ser contadas por poetas eruditos, los cuales adaptaron los recursos literarios de los originales para beneficio de aquellos que no sabían leerlos.  Sus historias en verso sobre Carlomagno y los cabaleros de Arturo, con sus aventuras y amores, se abrieron paso hacia formas en prosa todavía más accesibles.  El interés romántico en las emociones del amor, la llamada al deber y los conflictos resultantes tuvieron un efecto estmulante en el talento lírico de los escritores, particularmente en Provenza, Italia y Alemania.
Esta poesía solía recitarse en voz alta, no leerse en silencio en los libros, si bien el público de estos recitales debió de ser más restringido desde el punto de vista social que en el caso de los poemas heroicos declamados en los festejos públicos. La literatura iba reservándose cada vez más a una audiencia refinada, ya que corroboraba los valores cortesanos y alentaba la responsabilidad personal y la decisión. También había otros poemas, canciones e historias para gustos más bastos, las fábulas de animales, como las historias del taimado Zorro (Renard the Fox), así como las historietas humorísticas, demuestran la variedad de las literaturas medievales, por no hablar además de los sermones, de las obras educativas y de los devocionarios, que abundan en todas las lenguas de Europa.

28/10/13

LA MÚSICA MEDIEVAL

Afortunadamente, en la actualidad la música medieval vuelve a ser apreciada e interpretada. Sin embargo, en cierta manera eso complica el problema, porque nada podría ser más extraño a la naturaleza de la música medieval que su interpretación en una sala de conciertos moderna.  Sus intérpretes originarios nunca esperaron una respuesta pasiva por parte de la audiencia.  Dejando aparte la polémica cuestión de cómo producir ediciones interpretables de música antigua, el problema histórico de base estriba en evaluar la función de la música en aquellas sociedades, ya que de otro modo resulta difícil establecer un contexto para la limitadísima cantidad de música anotada que ha llegado hasta nosotros.
En el caso de la música sacra, tenemos conocimientos suficientes al respecto para saber que el canto llano de los monjes, tal como fue codificado en tiempos del papa Gregorio I, no fue enriquecido con la armonía hasta el siglo XI.  El desarrollo de la armonía, gracias a la composición de líneas de melodía adicionales cantadas por otras voces, mientras el "tenor" se atenía a la tonada básica, condujo con el tiempo a la composición de obras de polifonía totalmente originales.  La música destinada a la iglesia se benefició, como es lógico, del conocimiento que tenía el clero de los antiguos escritos teóricos sobre música, como los de San Agustin y Boecio, en los que se evidenciaba  una comprensión de los vínculos existentes entre la música y las matemáticas y entre la música y las musas.  ¿Afectó también a la música secular este conocimiento musical?  Sabemos, por otra parte, que ciertas canciones del siglo XIII eran tan populares que los franciscanos debían poner palabras más apropiadas para que encajasen con las melodías. La música secular como tal sólo se conoce a través de la que fue escrita y como sólo era necesario escribir la música para obras compuestas de varias partes, apenas se sabe nada de las líneas melódicas de la música lírica o de la danza.  En cuanto a la interpretación, el virtuosismo del cantante o del instrumentalista tenía carta blanca y esto es lo que cimentaba su fama.  No sabemos si el equivalente medieval del violinista irlandés era algo general o algo raro, ni si el canto coral era más popular que el solo.  ¿Contaban las comunidades con artistas profesionales o se trataba de visitantes ocasionales?  ¿Improvisaban las comunidades su propia música o prescindían de ella durante gran parte del tiempo?  Es probable que el canto fuera más cultivado que la música instrumental.  Las hilanderas cantaban cuanto trabajaban con la rueca y los tejedores lo hacían cuando manejaban el telar, seguramente el labrador silbaba a los bueyes y los segadores cantaban en el campo.  ¿Cantaban los vikingos mientras empuñaban los remos? Sabemos, por lo menos, que en el curso de la batalla los ministriles cantaban para inspirar a los soldados y hacer que emulasen a los antiguos héroes y que los tambores y gaiteros hacían música para espolear las pasiones marciales, o quizá para ahogar los gemidos y atemorizar al enemigo.  De todas las artes medievales, la música es la que más escapa a nuestra comprensión.

27/10/13

LAS VIDRIERAS MEDIEVALES (III)

La culminación del arte de los pintores está representada en la Sainte Chapelle de Paris construida por Luis IX para recibir en ella las reliquias de la Cruz de Espinas y un fragmento del crucifijo traído al rey desde Constantinopla y cuyas vidrieras se colocaron entre 1244 y 1248.  La capilla superior es, de hecho, un espacio rodeado de vidrio, con quince grandes ventanas y un rosetón en la parte de poniente donde están representadas 1134 escenas, la mayoría bíblicas, y con una vidriera en la que se describe la historia de la cruz de Cristo hasta la llegada de un fragmento de la misma a París.  Como en Chartres, son evidentes las contribuciones de diferentes talleres, como también de varios pintores de vidrieras, si bien la diversidad no malogra la armonía del conjunto.  La terminación de las grandes catedrales y la reducida escala de los edificios del siglo XIV posiblemente promovió la aparición de talleres locales que debían cubrir las demandas a pequeña escala, representadas por las nuevas capillas y la restauración.  Los pintores de vidrieras seguían mejorando sus técnicas a fin de adaptar sus estilos a las innovaciones de las demás artes y explorar las posibilidades del medio a lo largo del siglo XVI.  Pero los cambios de gusto y la recuperación de estilos clásicos hizo que incluso los países católicos rechazasen las vidrieras pintadas, mientras que en los países de la religión reformada fueron destruidas con la misma presteza que las esculturas de madera y piedra.
A principios del siglo XII, en un librito de Teófilo (Sobre las diferentes artes) se describe por vez primera la técnica de la pintura sobre vidrio.  Primeramente había que fabricar el vidrio.  El más simple era de un tono verdoso y era opaco.  Para colorear el vidrio había que incorporar óxido de hierro y de cobre en polvo a los materiales utilizados en la fabricación del vidrio incoloro.  Los ingleses no fabricaban vidrios de colores y los importaban de Alemania o Francia, probablemente porque el cobalto, a partir del cual se hacían los óxidos metálicos, sólo podía encontrarse en Bohemia o en Sajonia.  Esto también indica que, en la época en que este tipo de pintura del vidrio fue introducido en Inglaterra, probablemente en Canterbury después de 1174, la profesión ya estaba establecida en el continente.  Se siguió avanzando en la preparación del vidrio y de los pigmentos, sobre todo gracias a que en el siglo XIV se descubrió una técnica para pintar vidrios de un solo color con ayuda de un líquido que contenía plata y que daba varias tonalidades de amarillo al ser cocido en un horno caliente.
Los que pintaban el vidrio y se encargaban de diseñar y hacer las vidrieras no fabricaban el vidrio.  Por otra parte, también debían fiarse de las dotes del dibujante, que probablemente se servía de ilustraciones de los manuscritos para sus imágenes, y quizá también de las técnicas del esmalte tabicado.  Se cree que dichas técnicas fueron introducidas en Francia por los venecianos antes del año 1000.  Había que dar forma y soldar unas tiras de metal sobre la superficie de un dibujo, que después se rellenaba con vidrios de diferentes colores, cocidos en un horno.  Sin embargo, al igual que ocurrió con otros oficios estimados de la época, muy pronto se hizo necesaria la especialización para cubrir las necesidades del nuevo tipo de arquitectura, ya que el vidrio pintado corresponde al estilo gótico de construcción y se convirtió en parte integrante de su esquema estético.  Sin la forma y estructura de la ventana gótica, dejó de cumplir su función y se convirtió en un arte inútil.

24/10/13

LAS VIDRIERAS MEDIEVALES (II)

Entre los siglos XII y XVI el arte floreció en todo el norte de Europa junto con el uso de técnicas góticas de construcción. Los arquitectos góticos se lanzaron deliberadamente a construir altísimas iglesias, profusamente iluminadas por el hecho de ser casas de Dios, por lo que parece que servían mejor a las intenciones del arquitecto las grandes vidrieras de cristales lisos o, como en las iglesias cistercienses, las decoradas con dibujos muy sencillos.  Si los vidrios de colores no dejaban pasar tanta luz, en cambio tenían otras ventajas.  El centelleo de los diferentes colores, como el de las piedras preciosas en los relicarios, seguramente tenía el efecto emotivo de potenciar la sensación de misterio sagrado que ejercía Dios sobre los feligreses, si bien la combinación de vidrios multicolores para reproducir historias de la Biblia o vida de santos, aunque difíciles de leer cuando estaban en según qué sitios del edificio, demuestra que los clientes querían trasladar los dibujos de los libros al nuevo medio, como ya se había hecho anteriormente en las paredes de las iglesias románicas.  El hecho hizo que se perfeccionaran nuevas técnicas y que las vidrieras se convirtieran en uno de los elementos más estudiados del edificio gótico.  Los pintores de vidrieras viajaban de un lugar a otro a medida que iban terminando las diferentes partes del edificio.
Después del desastroso incendio de Chrartres en 1194 se hizo necesario reconstruir la catedral y fue en la nueva iglesia donde los pintores de vidrieras dieron realidad al primer plan conocido totalmente completo, todavía visible a nuestros ojos.  Entres 1200 y 1235 se colocaron las vidrieras de más de cien ventanas, un conjunto de 2000 metros cuadrados de superficie.  Fueron muchos los pintores de vidrieras que colaboraron en la obra, sufragada por gran número de patrocinadores, desde el rey, Luis IX, su madre, Blanca de Castilla, y el conde de Bretaña, hasta los muchos comerciantes, albañiles, mercaderes, artesanos e incluso aguadores, que querían ser recordados en aquellos vidrios instalados en honor del principal santuario francés dedicado a la Virgen.  Su deseo de incorporar sus propios santos patronos a aquel plan de decoración puede también explicar por qué las escenas de Chartres tienen vidrieras especiales dedicadas a una variada multitud de santos, como Nicolás de Myra, Thomas Becket y el santo local, el obispo Lubin, mientras que en Bourges o Reims, aunque se trazaron planes siguiendo el ejemplo de Chartres, las autoridades plasmaron realizaciones más coherentes y sistemáticas.  Las grandes catedrales levantadas en esta época se basaban en la experiencia de sus vecinos, aunque sin convertirse en meros imitadores.  Apenas sería posible, en esta fase, identificar maestros por sus nombres o seguirles la pista mientras se trasladaban de un lado a otro; como los albañiles, también tuvieron que aprender de sus propias experiencias.

23/10/13

LAS VIDRIERAS MEDIEVALES

Las vidrieras de las iglesias, hechas a base de cristales pintados, nos provocan las emociones más intensas de todo el arte de la Edad Media. Emmanuel Viollet-le-Duc (1814-1879) habla de una experiencia vivida en su infancia en Notre Dame de París y nos dice que, cuando los rayos del sol atravesaban el rosetón del transepto sur y el órgano empezaba a sonar, creía que era el rosetón el que cantaba.  El abad Suger de St. Denis decía que as vidrieras de las ventanas de su monasterio servían para enseñar a la gente sencilla que no sabía leer la Biblia cuáles eran las verdades en las que había que creer.  Pese a que las ventanas actualmente pueden afectar poderosamente nuestra sensibilidad, estaban pensadas para instruir y, como las modernas vallas de los anuncios, pretendían captar la mirada con un determinado fin.
Es un hecho que las iglesias de principios de la Edad Media tenían ventanas con vidrieras pintadas, pero los fragmentos que han subsistido no permiten hablar de manera convincente de la naturaleza o extensión de su decoración.  De la segunda mitad del siglo XI nos ha llegado una cabeza de Cristo procedente de Wissembourg, Alsacia, pero pese a lo depurado de su técnica no indica que los artistas hubieran llevado muy lejos el arte de presentar escenas narrativas a través de vidrios pintados.  Sin embargo, a comienzos del siglo XII los artesanos habían perfeccionado sus dotes hasta tal unto que Suger tuvo razones justificadas para pedirles que ilustraran algunas escenas bíblicas y alegóricas en seis ventanas, de las que todavía existen dieciséis paneles, todos ellos restaurados.  Suger escogió los temas y se inspiró en la erudición bíblica de Ruperto de Deutz (1075-1130), lo que probablemente signifique que los hombres que trabajaban para él no tenían dibujos en qué inspirarse.  Una de las ventanas, el Árbol de Isaí, tema del que se sabe que había sido pintado en manuscritos antiguos pero no en vidrio, fue copiado casi inmediatamente en la catedral de Chartres.  En Chartres han sobrevivido otras tres vidrieras del mismo período.  En otros lugares del norte de Francia, especialmente en Le Mans y Poitiers, hay vidrieras que ilustran escenas bíblicas, que ocupan todo su espacio (la escena de la crucifixión, en Potiers, cubre ocho metros de altura) y demuestran que el arte de los vidrios pintados, aunque de desarrollo reciente, había adquirido gran dominio sobre las formas.

22/10/13

EL TRABAJO DE LA MADERA

Los artesanos medievales hacían trabajos con los materiales que dominaban: metal, piedra o madera.  No aspiraban a plasmar en realidad una idea artística, ni tampoco se esforzaban en forzar la apreciación estética de sus clientes.  Las dotes del metalista podían manifestarse de muchas maneras diferentes, pero no por ello le facilitaban la talla de la piedra.  Que hiciera figuras  era una faceta más de s habilidad para hacer pilas bautismales o retablos y no significaba que hiciera "escultura".  Los bárbaros no trabajaban originariamente la piedra, sino sólo el metal o la madera.  Los objetos de madera eran más vulnerables a los efectos del tiempo y la naturaleza del material contribuía  a que no fueran tema popular de estudio.
La disponibilidad de madera, por los menos hasta el siglo XII, significaba que la mayoría de las edificaciones resultaban más baratas y eran más fácil de construir si eran de este material.  Los incendios imponían frecuentes reconstrucciones, lo que hacía necesario que los edificios fueran estructuras a corto plazo.  Las edificaciones bárbaras primitivas demuestran que sabían construir enormes salas para grandes señores y que eran capaces de techarlas.  Hasta muy avanzado el siglo XII siguieron construyéndose los castillos a base de empalizadas de madera colocadas sobre grandes montículos de tierra, si bien la nueva arquitectura de piedra no privó al carpintero de desempeñar sus funciones.  Las primeras iglesias de piedra solían tener techumbres de madera y, cuando los albañiles góticos aprendieron a construir bóvedas pétreas, los servicios de los carpinteros no dejaron por ello de ser igualmente esenciales para los andamios y las cimbras, por no hablar también de la propia techumbre.  Todavía es posible admirar  en muchas catedrales la maciza obra de madera requerida, colocada al otro lado de la bóveda.
La talla en madera del período medieval es mucho menos notable.  Algunas de sus manifestaciones más sugestiva, las misericordias, ni siquiera fueron realizadas para provocar la admiración.  Sólo una parte de la decoración destinada a los accesos a la iglesia y de los salones ha sobrevivido para dar testimonio de su importancia.  Con todo, los ejemplos de talla de madera más antiguos que han llegado hasta nosotros permiten la comparación con esculturas de todas las épocas y demuestran que los artesanos ya habían adquirido un gran poder expresivo.

21/10/13

LA ESCULTURA EN PIEDRA

La escultura figurativa del mundo antiguo encontró su principal inspiración en la religión antropomórfica de los griegos.  Los bárbaros de occidente pudieron hacerse una idea de esta tradición a través del contacto cristiano.  Los ejemplos que tenemos de arte bárbaro muestran que no tenían interés en representar la figura humana, ni en forma de estatua ni en relieve.  cuando se pusieron en contacto con la cristiandad, las esculturas de la antigüedad se limitaban a las efigies públicas de los emperadores.  Las representaciones de Cristo y de sus santos se conocen en mosaico y en relieve, como también en marfil, aunque no como figuras escultóricas.  Las preferencias romanas, que se inclinaban a usar más el ladrillo que el mármol, redujeron también la función de los escultores como decoradores de edificios, aunque las magníficas estructuras de las puertas prueban que, por lo menos en Italia, el arte de tallar la piedra no desapareció con las invasiones bárbaras.  Aunque los bárbaros ya eran hábiles tallistas de madera, no trasladaron de inmediato esa habilidad a la piedra y la disminución de la demanda de piedra tallada para la construcción fue probablemente la causa de una importante decadencia en la talla de este último material.
El renacimiento carolingio y otoniano del interés por la antigua cultura romana acabó conduciendo a una renovación de la práctica de la talla de la piedra.  Parece que hubo una iniciativa por parte de los metalistas, que debían hacer primero un modelo en cera como paso necesario de su trabajo.  En zonas de Italia y del sur de Francia, los escultores medievales estudiaron los numerosos ejemplos de la antigua escultura que encontraron en sus ciudades para mejorar sus técnicas.  Con todo, el estímulo básico de los albañiles era el amplio programa de construcción de iglesias que en el siglo XI comenzó a proporcionar lugares dignos para el culto y suministró a los albañiles un trabajo seguro y lucrativo.  La organización del oficio, que otorgaba al maestro albañil la dirección de las obras, presuponía instruir a los jóvenes en los misterios de la logia.  La creciente especialización alentó a los más expertos a hacer algo más que cortar piedras y pilares.  Durante el período románico ya se dedicaban a hacer arcadas, voladizos, frisos y capiteles y, en algunas iglesias, realizaron elaborados tímpanos, que pasaron a ser las piezas más importantes de imponentes portales de occidente. Las grandes iglesias se beneficiaron, desde el punto de vista decorativo, delos relieves escultóricos.  En la época en que los escultores ya estaban en condiciones de decorar todas las fachadas de las iglesias de occidente, los albañiles habían encontrado formas alternativas de construcción para hacerla más altas y más ligeras.  La escultura dejó de ser un ornamento y el edificio se convirtió en una enorme construcción tridimensional.  Todo alrededor, los talladores de piedra instalaron decorativos elementos y levantaron hornacinas par alas cuales, una vez más, eran necesarias esculturas de figuras de tamaño natural.  La moda gótica, exportada a Italia, provocó en el país un estudio renovado de la antigua obra romana, como revela la obra de la familia de los Pisano.  Los escultores del siglo XIII nunca anduvieron faltos de inspiración ni de encargos.

20/10/13

LA CONSTRUCCIÓN DE LAS CATEDRALES

Los constructores góticos del siglo XII fueron los primeros en descubrir cómo había que construir grandes edificios cuya estabilidad no dependía del grosor de las paredes, sino de saber cómo transmitir el empuje a través de partes específicas de la estructura: loso nervios y contrafuertes que formaban su esqueleto.  El resultado fue una arquitectura dinámicamente estable, capaz de levantar edificios de altura inusitada, pese a lo cual producían una impresión de maravillosa gracia y luminosidad.  Los artesanos que conocían el secreto de esta construcción eran muy demandados.  Durante un siglo, desde el corazón del reino de Francia, esto albañiles exploraron las posibilidades de su descubrimiento y se trasladaron de un lugar a otro a petición de aquellos cuya imaginación había quedado cautivada con aquel nuevo estilo.  Aquellas habilidades se hicieron lo bastante populares y transmisibles para que todas las regiones de la Cristiandad latina contaran con sus albañiles residentes.  Pero hasta entonces parece que la prosecución de una edificación estaba en manos de trabajadores itinerantes.  Un maestro albañil con unos treinta trabajadores experimentados se hacía responsable de una temporada de construcción siempre que se dispusiera de los fondos necesarios.  El maestro dibujaba los patrones que servían de guía a los trabajadores.  Los trabajos más bastos corrían a cargo de la población local. El fraguado lento del mortero imponía la indispensable interrupción de la construcción, particularmente en los arcos y bóvedas, antes de poder retirar la cimbra y añadir nuevas cargas.  Entonces el albañil estaba en condiciones de trasladar su equipo a otro lugar.  Las peculiares circunstancias técnicas y los momentos económicamente favorables debieron de tener unos efectos sociales perturbadores en esos lugares, alternativamente activos y estáticos.  Las inquietudes que generaron han sido compartidas por generaciones más tardías, pero las devociones de los historiadores a estos maravillosos edificios han dejado muchos misterios sin resolver.  Y es que no deja de ser curioso que precisamente en la etapa histórica en que la tecnología humana estuvo en su punto más bajo, se levantasen los monumentos más complejos y difíciles de todos, muy superiores por motivos obvios en complejidad a las actuales megaestructuras que cuentan con el respaldo de maquinaria, matemáticas y conocimientos de ingeniería mucho más avanzados que los del siglo XII.
Y es que los artesanos medievales usaban herramientas manuales para tallar la piedra y conformarla según la plantilla facilitada por su maestro de obras.  Tal era la importancia del buen hacer que en muchas piedras se conservan las marcas de sus artífices tallistas. Los bloques cortados tenían que ser transportados y subidos a alturas imposibles por medio de maquinaria rudimentaria, como los montacargas de madera y las ruedas estriadas.  La preocupación por la estabilidad en la época románica exigió la construcción de paredes muy gruesas, con un núcleo interior de grava.  En el gótico, el peso del edificio no descansa en las paredes sino en los pilares y contrafuertes, que debían estar construidos a base de piezas perfectamente cortadas, que encajaran perfectamente. El botarel con arbotante apareció por primera vez en París y en Reims en 1175 y en Chartres se levantó el primer edificio totalmente diseñado teniendo en cuenta este aspecto con todo su potencial (1194).  Si había que emplearlo para que soportase el empuje dela bóveda alta, se podían eliminar las galerías, las naves laterales techaban sus bóvedas a un nivel más bajo e incorporaban grandes ventanales que inundaban de luz el interior.  Como el peso de la estructura se había desplazado a los contrafuertes exteriores, el interior quedaba transformado en una luminosa "casa de Dios" y todo el conjunto aparecía imponente.
Posteriormente se incorporaron los rosetones, los cuales supusieron un importante desarrollo en la técnica de la talla y coloración del vidrio.  Se ha calculado que un conjunto formado por seis vidrieras podía suponer un trabajo de dos a tres años por vidriera.

17/10/13

LA ARQUITECTURA MEDIEVAL (II)

Construir para perdurar era, propiamente hablando, la respuesta del encuentro del hombre con la eternidad.  Los edificios cristianos de la Edad Media sirvieron como mínimo tres finalidades religiosas diferentes.  Antes de Constantino, las necesidades de los feligreses habían sido satisfechas por comunidades que contaban con sus propios recursos y, por consiguiente, que no se adaptaban a ningún modelo.  Con la conversión del emperador, las autoridades públicas comenzaron a construir magníficas basílicas para que en ellas pudieran congregarse grandes multitudes y celebrarse las ceremonias de modo apropiado.  La basílica de San Juan de Letrán de Roma era capaz de admitir a millares de cristianos.  Eran iglesias que estaban destinadas a influir en las generaciones siguientes cuando se quisiesen levantar nuevos templos congregacionales de menores dimensiones.  Sin embargo, la iglesias que no se construían para un uso regular solían levantarse allí donde había el sepulcro de algún santo o en "lugares sagrados".  Algunas eran pequeñas, mientras que otras, sobre todo si el culto se hacía famoso, iban siendo ampliadas.  Cuando esos lugares se convertían en sede de obispos o monjes, el culto litúrgico regular exigía nuevas prestaciones al edificio.  Las iglesias occidentales que buscaban precedentes ilustres solían adoptar como modelo las iglesias de Roma y Tierra Santa.
Con el renacimiento carolingio hubo que hacer un gran esfuerzo para volver a construir a escala imperial las iglesias más ricas del imperio.  Al tomarse como modelo las de Roma, el término "románico" pareció el más adecuado para designarlas.  El principal problema técnico consistía en tallar la piedra. Lo macizo de las estructuras delata la ansiedad de sus constructores de hacer obras seguras.  La pesadez procuraba aligerarse decorando los frisos y capiteles.  A medida que fueron adquiriendo confianza, los albañiles comenzaron a modificar la construcción, procurando que fuera más alta y más ligera, aunque con pilares lo bastante fuertes para que pudieran soportar el peso de las bóvedas de piedra.  En el norte se aspiraba a que las iglesias tuvieran ventanas más grandes para que la casa de Dios estuviese mejor iluminada.  Para satisfacer esta necesidad se ideó un nuevo estilo arquitectónico: el gótico.

16/10/13

LA ARQUITECTURA MEDIEVAL

Cuando Constantino renovó el imperio de una manera que fue típica de la antigüedad quiso que tuviera una nueva capital, Constantinopla, concebida para hacer sombra a roma.  Durante más de mil años esta ciudad demostró de manera gloriosa qué era la civilización romana.  No hubo en occidente ninguna otra ciudad que pudiera rivalizar con ella.  Sus bárbaros gobernantes, aunque tomaron como modelo ciudades romanas, no planearon nunca una construcción a gran escala.  Los nuevos castillos y fortalezas solían ser puestos avanzados situados en los límites de su poder, levantados para afianzar franjas de territorio, no para irradiar esplendor.  Después de renunciar a la emigración y, una vez establecidos, los nuevos gobernantes y grandes hombres que había entre los bárbaros siguieron siendo peripatéticos, moviéndose a través de sus tierras y trasladándose de una  posesión a otra, es decir, rara vez permaneciendo mucho tiempo en el mismo sitio.  Los más emprendedores pasaban el verano en campañas y conocían mejor sus tiendas que sus palacios.  Enrique III es el primer rey inglés de quien se sabe que se preocupó por la comodidad y la decoración de sus castillos, pero sus sucesores siguieron siendo más activos en el campo y, por ello, menos preocupados de contar con residencias fijas especialmente embellecidas.  En el extremo opuesto de la escala social existía una relativa indiferencia en lo tocante a construir casas duraderas.  La gente de los pueblos medievales construía sus casas de madera o, más baratas incluso, con una estructura que era en parte de madera y en parte de mimbre o argamasa, lo que unido al hecho de vivir muy apiñados seguramente contribuyó a que, en más de una ocasión, experimentaran la fuerza destructiva del fuego.  Aunque se recurriera a los artesanos de oficio, es indudable que la reconstrucción requería la cooperación vecinal. Las casas debían se sencillas y simplificadas en su construcción.  De hecho se trataba de algo más que de una casa, porque debía ofrecer protección contra los merodeadores, guardar cosas de valor de sus propietarios, como los alimentos y los aperos, y cobijar animales durante el invierno.  Durante siglos la vivienda debió de ser rudimentaria para los cánones modernos y apenas si cabe hablar de arquitectura dado el contexto.  Cuando, en el oeste de Europa, en el siglo XIII, comenzaron a construirse grandes castillos de piedra, los ingenieros militares fueron los responsables de la nivelación del terreno y de la planificación de la construcción de aquellos campamentos permanentes.  Verdaderamente también debió ser indispensable la ingeniería para que Justiniano pudiera construir su iglesia de la Santa Sabiduría de Constantinopla, el edificio más hermoso y destacado de toda la Edad Media.

15/10/13

LAS ARTES MEDIEVALES

Hasta el Renacimiento italiano no se estableció distinción entre bellas artes y artes aplicadas o entre artes y oficios o entre artes y ciencias. La habilidad involucrada en la confección de zapatos, en la talla de la madera o en la construcción de una iglesia era algo que adquirían los hombres "habilidosos" sin aprenderlo en los libros, ya que los "instruidos" se limitaban a las cuestiones intelectuales y rara vez se referían por escrito a los artefactos que les rodeaba.  Los objetos útiles y ornamentales que formaban parte de sus vidas y les proporcionaban un placer visual cambiaban según las modas, pero ni en los museos ni en las colecciones particulares se atesoraba su valor intrínseco.  No fue hasta 1508 cuando Julio II hizo retirar las pinturas que acababan de hacerse para decorar las estancias vaticanas y encargó otras nuevas a Rafael.  Tras este hecho las obras de Rafael fueron conservadas y consideradas artísticas.
Hacer justicia al arte medieval no ha de suponer crear un museo imaginario donde albergar tesoros, sino restablecerlos con la imaginación a sus lugares adecuados -las estatuasen las hornacinas de las catedrales, los trípticos en sus altares-, es decir, no darles el tratamiento de obras de arte. Quienes las hicieron trabajaban por encargo y no sabían de ninguno que hubiera optado por vivir en la pobreza por amor al arte.  El arte no estaba, como hoy, rodeado de una aureola y lo que querían aquellos artesanos era que su obra gustase y que a cambio de la misma fuesen bien pagados, a ser posible por los clientes más nobles que se cruzasen en su camino.  Los criterios relativos a ingenio y pericia estaban bien definidos, por lo que los clientes no se dejaban engañar por charlatanes.  Si la vida tenía unos niveles restringidos, el talento de aquellos artesanos no pasaba de tener renombre local, si bien en el siglo XII los arquitectos, escultores e incluso los pintores a veces viajaban lejos por razón de su trabajo.
Por muy ingeniosos que fueran los artesanos, debían mucho del oficio a sus maestros y, cuanto mejor era la enseñanza, tanto mejor salían los frutos y más secretamente se guardaban los conocimientos para que no llegaran a los compañeros de la cofradía.  Los artistas no actuaban en solitario, sino que estaban asociados.  Si la fama de uno hacía que le lloviesen encargos, se esperaba que, cuando llegase el momento de hacer obras de mayor envergadura, hubiera trabajo para todo el taller, ya se tratase de construir una catedral o de pintar en su interior.  El maestro constructor era a la vez contratista y arquitecto. A los entendidos modernos les resultará natural contemplar la pintura la escultura y los edificios como manifestaciones artísticas independientes, pero en la Edad Media la unidad artística era toda la iglesia, enriquecida por las tres formas, y para la mayoría de las personas la iglesia, allí donde se encontraba, era el único "museo artístico" que habían visto en su vida.  No comparaban una pintura con otra, sino que veían cada una de ellas en relación con los demás objetos del culto, sin valorarlas como producto del ingenio humano, sino estimándolas como representaciones visibles de los sagrados misterios que no acertaban a imaginar y comprender.

14/10/13

LA CAZA Y LA PESCA EN EL MEDIEVO

La restricción del acceso a la caza, la designación de unas zonas reservadas, la protección de animales valiosos contra el exterminio indiscriminado, medidas adoptadas todas en la Edad Media, señala hasta qué punto las poblaciones humanas habían penetrado en el mundo animal.  El acceso se limitaba únicamente en aquellos países densamente poblados y con pocas tierras no productiva, como Inglaterra.  No constituía, en cambio, un problema en países poco poblados, como España o el este de Europa.  Más allá de las zonas cultivadas estaban los bosques vírgenes del norte de Europa, que ofrecían recursos inagotables de muchas materias primas, entre ellas la misma madera.  En verano se llevaban los cerdos a los bosques para que se cebasen, las gentes de los pueblos recogían en ellos alimentos tales como bayas y miel y mataban animales o encontraban materias para industrias como curtidos, herrerías o fabricación de jabón o vidrio. En sus entrañas estaban los que quemaban el carbón y los ermitaños.  En los bosques había animales salvajes y peligrosos, como el lobo y el oso.  Los habitantes de los pueblos medievales no compraban la carne en la carnicería, sino que se iban a cazar.  Si los reyes reservaban el noble ciervo como objeto de la caza y para aprovisionar su mesa, había otros animales y aves que caían víctimas de las flechas y celadas de hombres más humildes.  El pescado también estaba a merced de las poblaciones que iban en aumento.  En el mar, los mercaderes hicieron fortunas atrapando arenques y adobando o ahumando pescado.  En el Ártico, los marineros iban en busca de pieles de foca y del marfil de las morsas.  Tierra adentro, se pecaba en los ríos y en los estanques, especialmente bien provistos en las grandes fincas.  Gradualmente, aquellas reservas que parecían inagotables comenzaron a evidenciar signos  de empobrecimiento y hubo que hacer esfuerzos para reorganizar la economía, criar animales cuya carne estaba destinada al consumo, utilizar piedra en lugar de madera y valorar la caza situándola fuera del alcance de la gente común.  Así fue cómo la caza fue ocupando un lugar distinguido y cómo se convirtió en un deporte reservado a aquellos que observaban sus rituales y un nuevo tipo de relación entre los hombres y las bestias.

13/10/13

LA ESTRUCTURA SOCIAL MEDIEVAL (II)

En el siglo XII los nobles de Europa tuvieron que aprender la manera de conseguir algo más que un puro respeto local, así como resolver la cuestión de los ideales clericales, que exigían la autonomía del clero.  Las ciudades buscaban la independencia legal y los reyes aprendían cuáles eran sus derechos y sus deberes a través de los subordinados educados que tenían a su cargo.  Era forzoso que la nobleza formulase un código de caballería propio de una manera idealista, lo que creó el orgullo del linaje, expuesto a través de divisas heráldicas.  De los que poseían educación aprendieron a formular sus creencias en la poesía vernácula y compraron a los mercaderes lujos domésticos y telas preciadas que indicaban su preeminencia social.  En todo caso, la educación y la multiplicación de bienes muebles servían para acentuar la distinción de su clase.  Los individuos podían subir peldaños en la escala social, pero el respeto del que se hacía merecedora la nobleza no zozobraba.  El clero insistía en que las cualidades morales tenían más valor que una noble cuna, pero difícilmente conseguían desvirtuar la convicción de que algunos hombres eran superiores a otros.  La insistencia de los curas en afirmar la igualdad de todos los hombres como pecadores también hubiera debido tener implicaciones para la vida del más allá, pero la nobleza aprovechaba las ventajas de que gozaba en ésta para construirse espléndidos sepulcros y dotar capillas donde los sacerdotes decían misas para el descanso de sus nobles almas (siempre hubo clases).  La moderna sociedad industrial ha hecho casi imposible comprender hasta qué punto se consideraron naturales las gradaciones sociales como por el excesivo localismo de la vida.  Dado el contexto, el señor no suponía una carga, sino que representaba la conservación de un orden decente en los asuntos mundanos, un medio efectivo de encontrar un patronazgo y un apoyo en empresas locales de todo tipo, desde la decoración de una iglesia a la educación de un hijo inteligente en la escuela del pueblo.  Servir  al señor daba ventajas que eran desconocidas del comercio y de la industria modernos, y aquellos que ponían en tela de juicio la función del señor no eran admirados como luchadores en favor de la libertad, sino menospreciados como parias sociales.

10/10/13

LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL

Hasta el siglo XII la estructura política de la Europa medieval siguió siendo la derivada del imperio romano.  El poder efectivo era ejercido por reyes en los puntos extremos del continente a la manera bárbara y en los demás sitios por los propietarios más ricos, que eran los que tenían a su disposición la fuerza militar. Algunos de estos propietarios eran monasterios privilegiados y obispos, otros eran laicos.  Si eran clérigos, adquirían, ya fuera en virtud  de su educación o de su celo vocacional, otros valores añadidos a los de las aristocracias militares en las que habían nacido, aun cando todos poseían ciertas características que les venían de familia.  Los nobles laicos no recibían una educación formalizada, por lo que debían a sus antecedentes y a su crianza el hecho de haber adquirido la posición que ocupaban.  Su indiferencia a los libros hace harto difícil analizar una cuestión tan importante y equivoca como ésta.  El siglo XII, época en a que apareció una literatura vernácula aristocrática, influyó en sus maneras e hizo que adoptaran una conducta cortesana. Aparte de esto, también perpetuó otros valores tradicionales que eluden el escrutinio histórico en una fase anterior.
Parece que la sociedad bárbara estuvo dividida desde el principio en diferentes clases sociales, estableciendo diferentes valores para los individuos de cada clase, acordes con su supuesta importancia en la guerra.  Un noble era muchísimo más valioso que un simple hombre libre.  Los esclavos que no tenían derecho a llevar armas todavía tenían menos valor.  La significación del nivel de un hombre en la batalla demuestra la importancia que tenía la guerra en aquellas sociedades medievales.  En el período que nos ocupa se produjeron rápidos y radicales cambios en la manera de luchar, en primer lugar en la de desplegar las fuerzas de caballería y, al final, en la de explotar las posibilidades de los cañones y de los lanceros.  Aunque hubo adaptaciones del orden social, la convicción de la importancia del rango social no varió esencialmente.
La nobleza se veía obligada a vivir en el campo, en sus propias posesiones o en las de sus familiares.  A través de herencia, matrimonio o patronazgo, ampliaban sus posesiones y después se trasladaban de una a otra, yendo a vivir a las tierras de sus vecinos pare reunirse con sus trabajadores, consumir la producción y disfrutar de diferentes amenidades.  Los contactos que establecían con sus iguales propiciaban matrimonios favorables y de esta manera iban concentrándose de generación en generación las posesiones de diferentes señores.  Esto hacía que vieran los lazos exclusivos de la monarquía y de la nación como atropellos contra sus derechos.

9/10/13

SOCIEDAD RURAL (II)

Para conocer el desarrollo de la sociedad rural medieval tenemos que recurrir a los registros llevados por los grandes propietarios de fincas, especialmente monasterios y catedrales, reyes y grandes señores, a cuyo servicio estaban los administradores que llevaban la contabilidad, a menudo en interés propio.  Se sabe poco acerca de los muchos pequeños señoríos o de las condiciones de trabajo en el campo, salvo lo referente a las obligaciones legales a los señores, cuando las había.
Cuanto más nos acercamos a los verdaderos problemas que entrañaba el cultivo de la tierra, menos son los registros que tenemos.  Más que resaltar las cargas que se describen en los textos del siglo XIII, convendría recordar que en muchas partes de Europa los pobladores se sentían llamados a cultiva las nuevas tierras arrebatadas a los musulmanes o las del este de Europa, gracias al ofrecimiento de condiciones favorables, lo cual tenía inevitablemente ciertas consecuencias en otros lugares.  Sería imposible determinar qué distancias recorrían los inmigrantes, pero no había ninguna región que constituyese una unidad aislada.  Las condiciones y definiciones de las labores agrícolas diferían mucho de una región a otra y, dentro de una misma población, eran múltiples las distinciones sociales.  De hecho, la agricultura exigía la cooperación de una gran fuerza de trabajo, en caso de que hubiera que cultivar mejores tierras.  Esto presuponía el establecimiento de poblaciones, campos abiertos cultivados en franjas asignadas regularmente a comunidades.  Estas, además, debían proteger los campos y animales frente a ladrones, merodeadores y bandidos.  Dichas comunidades no estaban constituidas por gentes de una misma clase social.  Desde el principio solían tener señores, entre ellos las iglesias, en cuyo nombre funcionaban los tribunales.  Sin embargo, ¿hasta qué punto podían dirigir la economía de la comunicad los señores o sus administradores?  Es probable que existiera una administración local.  Los señores no disponían de unos recursos técnicos superiores ni de mayores conocimientos y no estaban en condiciones de invertir más capital ni tampoco de crear nuevas salidas para la producción, como ocurriría más tarde con los reformadores agrarios.  En el mejor de los casos, los señores esperaban mejorar su posición llevando mejor las cuentas o mediante una aplicación más estricta de las obligaciones laborales.  Los demás procedimientos aparecieron más tarde y no fueron efectivos ni duraderos.  Las noticias que se tienen de Inglaterra demuestran que la situación era una de las mejores de Europa y se sabe que en el siglo XIV muchos señores renunciaron a la administración directa a cambio del arriendo de las tierras a los campesinos.  Las condiciones de trabajo reales de la agricultura y de la vida rural dejaban a los labradores un gran margen de iniciativa.  Sus tenencias estaban protegidas por la costumbre, que no era nada fácil eludir.  De nada habría servido expulsar a un campesino y sustituirlo por otro en las mismas condiciones del primero.  Había trabajadores que cobraban por jornadas, pero como estos campesinos sin tierras podían siempre encontrar otras condiciones de trabajo en la ciudad que fueran mejores en caso de no estar contentos con las que tenían, los pagos en dinero demostraban únicamente que el país se había visto involucrado en la nueva economía monetaria.  El hecho es que en la Edad Media hubo una escasez crónica de mano de obra.

8/10/13

SOCIEDAD RURAL

La historia rural de Europa durante más de mil años se ocupa de la explotación de cada localidad por parte de una población establecida.  Como ésta creció como mínimo hasta allí donde lo permitían los recursos locales, dado el nivel de habilidades técnicas de la época, en general se trata de una historia del dominio del medio ambiente.  La importancia primordial de cada unidad individual de población, en lo que se refiere a la consecución de este resultado, se encuentra influida por tres factores que actúan durante gran parte del período: la ausencia de autoridad política aislada, capaz de imponer un sistema económico o incluso un solo sistema monetario, no ya sólo dentro del ámbito continental, sino incluso sobre lo que serían territorios del tamaño de naciones; el hecho de que la economía rural no se viera gravada con un sistema tributario destinado  a apoyar el gobierno civil y el desembolso militar (la carga de los impuestos, cuando la había, como ocurría en el diezmo de la iglesia, era local, generalmente indirecta y con frecuencia administrada de manera laxa); la falta de comercio internacional en las necesidades de la vida antes del siglo XIII, de modo que cada localidad tenía que ser más o menos autosuficiente.  Algunos lugares privilegiados vivían bien, mientras que otros llevaban una existencia precaria.  Dadas las condiciones, la economía rural no sufría más que los desastres de la naturaleza y los desórdenes provocados por los conflictos bélicos.  El gobierno no fijaba unos niveles altos de productividad ni había grandes terratenientes que viviesen en la opulencia.  Con los siglos se fueron ocupando tierras baldías por toda Europa, los bosques, los pantanos y las montañas fueron convertidos en zonas de cultivo y dedicados a especializaciones regionales de productos, que a su vez hicieron posible la reanudación del comercio de productos básicos tales como el vino, la lana, la sal e incluso el trigo.  Muchos historiadores modernos, alarmados por los problemas demográficos del mundo contemporáneo, sospecharon que las poblaciones de la Europa medieval, en algunos sitios excedían los límites de los recursos locales.  A principios del siglo XIV, el largo período de expansión parece que se vio frenado abruptamente por las hambrunas y las enfermedades y que fue seguido por una época de depresión económica que se prolongó durante más de un siglo.  Se trata de una teoría en apariencia excesivamente pesimista.  Las dificultades con las que tropezaron las pocas regiones primordialmente urbanas se explican de manera más plausible con la repercusión sin precedentes y absolutamente imprevisible de la reanudación del comercio tanto sobre las ciudades como sobre el campo.

7/10/13

CIENCIA Y MEDICINA (III)

La peste llegó a Europa procedente de Asia en otoño de 1347 y se propagó por el continente,  a lo que parece diseminada con suma rapidez por los contactos habidos a través del transporte de mercancías.  Clínicamente se sabe que la peste es transmitida accidentalmente a los humanos a través de pulgas normalmente parasitarias de la rata negra, animal que acostumbra a anidar en los tejados de las casas de madera. Estos hechos, conocidos ahora, no fueron observados por los hombres del siglo XIV, que no tenían la más mínima idea acerca de cómo se propagaba la enfermedad ni de cómo podía ser evitada.  Sin embargo, gracias a sus descripciones, actualmente sabemos algo acerca de esta epidemia.  Su origen en Asia, donde era endémica, indica el contacto que estableció Europa en 1347.  Un siglo antes no había ningún europeo occidental que se hubiera aventurado más allá del Cuerno Musulmán.  Cincuenta años antes, Marco Polo había regresado a Venecia desde Catay.  En segundo lugar, la enfermedad, presumiblemente transmitida por ratas contaminadas que viajaban en galeras genovesas desde Crimea, sólo podía haberse difundido a través de las pulgas que infestaban las ratas del transporte costero europeo, y, después, las ratas de las ciudades, barcazas o carros que penetraban en el campo, donde poco a poco sus efectos fueron extinguiéndose.  En 1347-1350 había pocas zonas de Europa que no estuvieran conectadas de alguna manera por la red comercial de ciudades y transportes.  Un siglo antes, sin embargo, habría sido imposible la propagación por este medio de una epidemia de estas características.
También es verdad que, un siglo antes, los conocimientos médicos que se tenían no habrían bastado para describir con detalle la enfermedad.  Los entendidos no podían hacer nada para curar ni explicar la peste, pero sí podían observarla, tratar de establecer teorías con respecto a la misma, y las autoridades públicas de algunos lugares podían por lo menos tratar de enfocarla como una cuestión de orden público.  Es la primera prueba que tenemos de una nueva conciencia pública de enfermedad.  El elevado índice de mortandad y su indiscriminada manera de afectar a ricos y pobres, jóvenes y ancianos, a buenos y malos, hacía zozobrar en algunos hombres la convicción de que pudiera ser un flagelo divino.  Por consiguiente, en muchos aspectos, la peste de mediados del siglo XIV inauguró un nuevo período. Hasta el siglo XII, el estudio de la medicina había quedado confinado, en la Europa occidental, a las escuelas de Salerno.  Después comenzó a imponerse en las ciudades universitarias y, a partir de ahí, los licenciados (doctores) fueron empleados por los gobernantes como asesores sanitarios personales, de la misma manera que sus contrapartidas del Islam servían a los patrones de aquellas tierras.  Los hubo también que se asociaron en gremios.
Independientemente de la medicina, la provisión de hospitales para el cuidado de enfermos también se había multiplicado en Europa a partir del siglo XII.  Con anterioridad, los monasterios habían tenido enfermerías destinadas a los hermanos de la orden.   Parece que hasta el siglo XII las ciudades no fueron lo suficientemente grandes para requerir hospitales especiales para el cuidado de sus enfermos, aunque la fundación de leproserías se remonta a mucho antes.  Cuando, en 1226, el rey Luis VIII de Francia dio unas normas para las leproserías, parece que había dos mil leprosos en su reino.  Sin embargo, dada la ignorancia de la naturaleza de la enfermedad, así como la imprecisión de las observaciones e incluso de las definiciones, es probable que la gente de la época designase como lepra, de manera completamente inconsciente, toda una variedad de enfermedades diferentes.  Parece que durante varios siglos la enfermedad fue un verdadero azote y que, después, en el siglo XIV, se extinguió misteriosamente.  Sin embargo, la provisión de hospitales con propósitos especiales no disminuyó.  Luis IX de Francia, por ejemplo, fundó un hospital para ciegos y, en 1326, fue fundado otro para huérfanos.  Otra mejora probable en la higiene pública fueron las casas de baños, populares a partir del siglo XIII.  Hubo también famosos balnearios y fue precisamente la complacencia despreocupada en los baños, con la presencia de ambos sexos y correspondientes concomitancias, lo que hizo que, finalmente, las autoridades optaran por cerrar estas instituciones.
En otro aspecto quizás habría que subrayar también que, con el nuevo interés en la medicina y la anatomía, se fomentó igualmente la práctica de la disección humana, quizás estimulada inicialmente por el interés que los juristas mostraban en las autopsias y la incitación a practicarlas por parte de los colegas universitarios.  Pese a que la práctica de las mismas había persistido desde el siglo XIV, no es evidente que se derivaran automáticamente de ellas grandes avances en los conocimientos anatómicos, ya que la persona que practicaba las autopsias se limitaba a identificar las partes descritas en los libros de medicina y no se produjo un intento sistemático de compilar información con el propósito de aportar unas explicaciones alternativas a las ofrecidas por las autoridades reconocidas.

6/10/13

CIENCIA Y MEDICINA (II)

Hubo algunas mejoras en el campo de la observación y hubo también quien perseveró en estos nuevos estudios.  Pero en conjunto no prosperaron y hasta el siglo XVII no se produjo una revolución científica propiamente dicha.
El antiguo interés por la astronomía fue la base de la comprensión de la naturaleza de la tierra y de su lugar en el universo, pero en un plano menos teórico supuso ventajas prácticas para los marineros y los campesinos que carecían de la formación básica.  Estos conocimientos pasaron a otras generaciones sin escolarizar e incluso a pueblos bárbaros del norte, menos favorecidos que los del Mediterráneo para observar el cielo.  Unida a esta información había una gran cantidad de leyendas populares, no sujetas al escrutinio intelectual de los maestros, pero aceptadas al igual que otras supersticiones por una variedad de buenas y malas razones.  Los antiguos también habían admitido enseñanzas espurias como parte de su ciencia natural y los hombres de la Edad Media no eran menos capaces que los de generaciones anteriores de llevar adelante trabajos familiares.  Podían, por ejemplo, cruzar el Mar del Norte y colonizar nuevas tierras pese a no estar escolarizados y a estar libres de supersticiones.  La simplicidad de sus condiciones de vida no debe inducirnos al error de pensar que eran pueblos primitivos, confinados al único hábitat que conocían.
El folklore de la Edad Media es una cuestión escurridiza, porque la principal prueba que se tiene de él procede de libros escritos necesariamente por aquellos que poseen unos conocimientos fragmentarios de una educación basada en unos principios absolutamente diferentes.  Así, la ciencia popular médica de los ingleses anterior a la conquista, ta como aparece en los manuscritos, no sólo comprendía recetas a base de hierbas, fundadas en un conocimiento ancestral de las plantas mediterráneas encontradas en los jardines monásticos, sino también encantamientos en los que se mezclaban las referencias a diferentes deidades. Este tejido de supersticiones hace que la antigua medicina medieval resulte extraña y caótica, pero es preciso comprender que la tal profesión era en aquellos tiempos un arte más que una ciencia.
Por supuesto que también es posible que las enfermedades que necesitaban los servicios de los curanderos fueran también diferentes, ya que las tensiones que actuaban sobre la fortaleza física de los hombres posiblemente eran mayores que las de la sociedades modernas y los esfuerzos morales y psíquicos de los "atletas" medievales habrían dado pie a conclusiones generales sobre la salud muy diferentes a las nuestras.  El hecho de que la mayoría de la población viviese en el campo, de que las ciudades fueran pequeñas y de que las comunicaciones entre las mismas fueran muy reducidas significa que debió haber muchas menos oportunidades de propagación de enfermedades contagiosas del tipo de la que se abatió sobre Constantinopla y los lugares en contacto con ella en el 542.  Sin embargo, en el campo los hombres también padecían enfermedades y accidentes y, debido a estar sometidos a una dieta más que frugal, seguramente también padecían deficiencias nutritivas.  Ignoramos de qué modo trataban estos trastornos, pero tenemos razones para creer que las enfermedades más corrientes eran tratadas con relativo éxito y que las demás persistían o servían para mantener baja la demografía.  No hay duda de que la mortalidad infantil fue elevadisima, aunque no necesariamente tanto como en las poblaciones industriales que surgieron más tarde.  Las calamidades, cuando sobrevenían, eran aceptadas como un castigo divino.  Como de los curanderos no cabía esperar curación alguna, de nada servía estudiar las enfermedades, observar los síntomas o incluso describir las dolencias con detalle.  La imprecisión del lenguaje utilizado por los cronistas medievales al referirse a las dolencias dificulta que ahora podamos ser precisos con respecto a la naturaleza de aquellos problemas.  La medicina popular continúa sirviéndose del término "influenza", procedente de una época en que la influencia de la atmósfera podía ser considerada causa de las infecciones, mientras que la historia de la medicina a menudo se contenta con hablar de la Muerte Negra en términos casi apocalípticos en lugar de evaluar seriamente y de manera científica la enfermedad.

3/10/13

CIENCIA Y MEDICINA

Constantinopla y otras ciudades de oriente supieron preservar el conocimiento científico y médico del mundo antiguo y de ellas pasó al mundo musulmán.  El Islam se extendía desde España hasta la India y en las cortes de los grandes gobernantes se favorecía la ciencia musulmana, que también se cultivaba en las ciudades comprendidas entre Sevilla y Khwarizm.  Se puso en contacto el conocimiento matemático de la India con la cultura mediterránea y la diversidad de las tierras del Islam contribuyó de alguna manera a estimular la investigación.  El Islam, a diferencia del imperio griego, no tuvo normalmente una capital cultural dominante. En el plano cultural, era importante para su vitalidad que proliferaran hombres de saber en muchas ciudades.  Las contribuciones musulmanas al progreso de la enseñanza científica hicieron que mejorara sobre todo en los detalles de  la observación y que se concentrara específicamente en la adquisición de una información amplia, enciclopédica incluso, más que en la teoría.  Después de la primera gran fase de asimilación en el siglo IX, los piadosos musulmanes se concentraron sobre todo y de manera inevitable en la exploración de las consecuencias filosóficas que tenía para su religión toda esta información ajena.  Esto fomentó, por un lado, una recuperación religiosa, y por otro, una nueva actitud filosófica y en ninguno de los dos casos ayudó a renovar las preguntas más difíciles en los libros sagrados o en las especulaciones de los sabios que no creían que el sondeo de las curiosidades de la naturaleza pudiese llevar a poca cosa más que a anécdotas entretenidas, pero carentes de sentido.
El mundo antiguo había extraído los conocimientos suficientes del mundo natural para trasladar a la vida diaria las perfecciones técnicas necesarias, y sus principales preocupaciones se centraban en lo político y en lo espiritual.  Los conocimientos técnicos estaban depositados en algunas grandes bibliotecas, como la de Alejandría, y en algunas "escuelas" ordinarias. Después de la caída del imperio romano este conocimiento fue transmitido a las generaciones siguientes a través de manuales, como los escritos por Boecio, y sobrevivió en algunas escuelas, como las de los monasterios.  La ruptura de la organización política romana de occidente simplificó enormemente el proceso de administración, lo que hizo innecesaria la educación formal para los hombres que ocupaban posiciones destacadas.  Tan sólo los hombres de iglesia se preocupaban del conocimiento exacto de las medidas y de la astronomía, aunque no con propósitos científicos, sino para fijar el momento adecuado de celebrar las fiestas litúrgicas.  Con el paso de los siglos se impuso un nuevo esquema educativo y el cambio se hizo difícil.  Unos pocos eruditos aislados de occidente, como Gerberto que se ganaron fama de magos, se preocuparon de aprender cosas descuidadas desde hacía mucho tiempo.
En el siglo XII, un mayor contacto con los musulmanes, especialmente en España y en Sicilia, permitió que accedieran a estos lugares un mayor número de sabios emprendedores, que leyeron y a veces tradujeron las obras que iban conociendo. Hasta después del siglo XIII occidente no comenzó a calibrar el efecto total de estos conocimientos para las verdades recibidas a través de la tradición.  El nuevo interés en el mundo natural probablemente aportó ciertas ventajas prácticas con una cierta rapidez -el uso de la aguja magnética en la navegación, el invento de las gafas a partir de los nuevos conocimientos de óptica-, pero en su mayor parte las nuevas enseñanzas supusieron más bien un reto hacia las verdades establecidas por medio de la revelación.  Los intentos de reconciliar ambas cosas, como los de Santo Tomás de Aquino, no merecieron el respeto y menos aún una aceptación general.

2/10/13

LOS VIAJES

Aunque las condiciones de trabajo mantenían a los hombres atados a la población que habitaban, en cierto modo fueron más viajeros de lo que cabría suponer teniendo en cuenta que era difícil dejar atrás las tierras que se poseían.  Mientras tanto, los gobernantes medievales viajaron constantemente por sus tierras, visitaban a otros gobernantes o acudían a Tierra Santa.  A los Santos Lugares iban peregrinos cristianos de todo tipo, como también a Compostela y a Roma.  Aunque los cristianos no insistían tanto como los musulmanes en la obligación de peregrinar, probablemente ponían más entusiasmo en el viaje y ciertamente iban a lugares más diferentes y por múltiples motivos.  El hecho es que viajaban.  Sin embargo, las dificultades empiezan cuando tratamos de imaginar las condiciones en que viajaban.  Gran parte de Europa occidental estaba surcada por calzadas romanas, aun cuando los bárbaros ya habían sido perfectamente capaces de moverse en grandes masas incluso sin carreteras.  El gobierno imperial no se ocupaba del mantenimiento de los caminos, pero es indudable que habrían sobrevivido siglos enteros de haber tenido que soportar únicamente las pisadas de muchos pies y de muchas patas de caballo moviéndose a marcha lenta.  Sin embargo, el ir y venir de vehículos de ruedas fue lo que acabó con los caminos.  Si existió una labor de mantenimiento, debía de tener un carácter puramente local, ya que las nuevas carreteras, en caso de que las hubiese, los puentes y vados sólo merecían atenciones dentro del ámbito local.  Todavía no se ha estudiado con la intención debida la construcción de caminos en esta época.  Los puentes eran sufragados por bienhechores locales, a los que el derecho de peaje ayudaba a aligerar la carga económica que habían supuesto.  Siempre que era posible, los viajeros se trasladaban a través del agua, con frecuencia haciendo uso de los grandes ríos, pero a ser posible evitando el mar.  Los mercaderes trasladaban la mercancía sirviéndose de un tren de mulas o a través del agua.
Una parte de los viajes eran, hasta cierto punto, involuntarios, ya que a veces se imponía una peregrinación como penitencia, en cuyo caso los viajeros no podían esperar encontrar las mismas comodidades y apaños que los turistas (que también los había, pues siempre los hubo y habrá).  Durante todo el período se dio por sentado que uno tenía la obligación de ofrecer hospitalidad a los viajeros hasta límites no establecidos y, naturalmente, correspondía a los monasterios ofrecer las mayores muestras de caridad.  Las hospederías no estaban distribuidas regularmente a lo largo delos caminos y los viajeros que iban a pie, al caer la noche, se refugiaban en cualquier sitio que encontrasen en el camino. La ausencia de diligencias o de caballos de postas no animaba demasiado a los hospederos.  Cuando determinadas rutas comenzaron a prever el tráfico por temporadas, probablemente cambió la situación.  Sin embargo, si los contingentes eran numerosos, como en el caso de peregrinaciones o de cruzados armados, difícilmente podían esperar encontrar alimento y albergue a su comodidad y debían estar preparados para tener que buscárselo por su cuenta y riesgo.

1/10/13

TÉCNICA

Durante el periodo más antiguo, los principales cambios se produjeron en la agricultura: los molinos de agua ya aparecen mencionados en las leyes bárbaras a partir del siglo VIII.  en el siglo XII la collera y los arneses habían sometido al noble bruto a las directrices del labrador.  El uso de la fuerza hidráulica para fines más ingeniosos, como el manejo de sierras para abatanar o para hacer papel, demuestra que era constante la explotación de sus posibilidades.  Se tardó mucho más tiempo en aprovechar la fuerza del viento con fines parecidos.  Los molinos de viento no aparecen hasta el siglo XII.  Los primeros estaban montados sobre una peana y podían ser trasladados.  En los Países Bajos, durante el siglo XIV, se usaban sistemáticamente para las operaciones de drenaje.  Los holandeses, además, construían molinos de viento para enviar a Frisia y a la zona del Rhin.  Hasta el siglo XV los artefactos mecánicos no pasaron a formar parte de la experiencia humana.  Aparte del uso de relojes para medir el tiempo, comenzó a ser familiar el empleo de gatos para levantar grandes cargas con el uso de manivelas, y bielas o grúas sobre eslabones giratorios.
El deseo (o necesidad) de contar con una superioridad militar fue también un constante incentivo para la innovación.  El invento de la pólvora, citada a menudo a partir de la segunda mitad del siglo XIII, tuvo, como era lógico, importantes consecuencias.  Siguieron persistiendo los fundidores de cañones, que continuaron esforzándose en hacer que esas armas fueran más peligrosas para el enemigo que para sí mismos.  Los metalistas no cejaban en su empeño de perfeccionar la armadura defensiva de los caballeros, aunque los cronistas no mencionan los progresos alcanzados en la fabricación del acero.  Hasta que Bauer publicó su libro sobre la metalurgia en 1556 no se habló de los notables avances conseguidos en la industria de la minería en la Alemania del siglo XV.
Había industrias específicas que respondían a otras presiones al introducir nueva maquinaria.  La mecanización de abatanar en la industria textil podría hacer pensar que no era fácil encontrar operarios que realizasen este tipo de trabajo, pero el deseo de acelerar los procesos era un factor que también tenía su peso. El invento de la carda en el siglo XIV fue seguido rápidamente de la mecanización.  El torno de hilar sustituyó a la rueca.  La fabricación de velas experimentó una mejora al sustituir la grasa animal por la cera.  La destilación fue una nueva industria basada en los conocimientos de los árabes y practicada por primera vez en Salerno en el siglo XII.  No es preciso subrayar la importancia que tuvo para los marineros.  También se perfeccionó la navegación gracias al uso de la brújula antes del 1200, como también gracias a la introducción del timón de popa, los astrolabios y las cartas de navegación, por no hablar además de los constantes cambios en la construcción de barcos.  Como los relojes, las gafas fueron un invento medieval posible gracias a los nuevos avances.
Hacia el final del período medieval, reconocidos expertos en las nuevas tecnologías no dudaron en ofrecer sus servicios a grandes gobernantes.  Es indudable que uno de los primeros fue Leonardo da Vinci.  Mariano di Jacopo, Il Taccola, natural de Siena, nos ha dejado una descripción en tres magníficos volúmenes ilustrados acerca de sus ingenios.  Fue escribano y tesorero de un albergue de estudiantes, además de dibujantes, xilógrafo y miniaturista.  Diseñó puentes e instalaciones de puertos y se ofreció para ocuparse de las obras hidráulica del emperador Segismundo.  Alemania también fue cuna de hombres notables, cuyas actividades eran fruto de la labor de sus predecesores y no estaban inspiradas en absoluto en ningún espíritu renacentista.