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8/10/13

SOCIEDAD RURAL

La historia rural de Europa durante más de mil años se ocupa de la explotación de cada localidad por parte de una población establecida.  Como ésta creció como mínimo hasta allí donde lo permitían los recursos locales, dado el nivel de habilidades técnicas de la época, en general se trata de una historia del dominio del medio ambiente.  La importancia primordial de cada unidad individual de población, en lo que se refiere a la consecución de este resultado, se encuentra influida por tres factores que actúan durante gran parte del período: la ausencia de autoridad política aislada, capaz de imponer un sistema económico o incluso un solo sistema monetario, no ya sólo dentro del ámbito continental, sino incluso sobre lo que serían territorios del tamaño de naciones; el hecho de que la economía rural no se viera gravada con un sistema tributario destinado  a apoyar el gobierno civil y el desembolso militar (la carga de los impuestos, cuando la había, como ocurría en el diezmo de la iglesia, era local, generalmente indirecta y con frecuencia administrada de manera laxa); la falta de comercio internacional en las necesidades de la vida antes del siglo XIII, de modo que cada localidad tenía que ser más o menos autosuficiente.  Algunos lugares privilegiados vivían bien, mientras que otros llevaban una existencia precaria.  Dadas las condiciones, la economía rural no sufría más que los desastres de la naturaleza y los desórdenes provocados por los conflictos bélicos.  El gobierno no fijaba unos niveles altos de productividad ni había grandes terratenientes que viviesen en la opulencia.  Con los siglos se fueron ocupando tierras baldías por toda Europa, los bosques, los pantanos y las montañas fueron convertidos en zonas de cultivo y dedicados a especializaciones regionales de productos, que a su vez hicieron posible la reanudación del comercio de productos básicos tales como el vino, la lana, la sal e incluso el trigo.  Muchos historiadores modernos, alarmados por los problemas demográficos del mundo contemporáneo, sospecharon que las poblaciones de la Europa medieval, en algunos sitios excedían los límites de los recursos locales.  A principios del siglo XIV, el largo período de expansión parece que se vio frenado abruptamente por las hambrunas y las enfermedades y que fue seguido por una época de depresión económica que se prolongó durante más de un siglo.  Se trata de una teoría en apariencia excesivamente pesimista.  Las dificultades con las que tropezaron las pocas regiones primordialmente urbanas se explican de manera más plausible con la repercusión sin precedentes y absolutamente imprevisible de la reanudación del comercio tanto sobre las ciudades como sobre el campo.

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