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13/10/13

LA ESTRUCTURA SOCIAL MEDIEVAL (II)

En el siglo XII los nobles de Europa tuvieron que aprender la manera de conseguir algo más que un puro respeto local, así como resolver la cuestión de los ideales clericales, que exigían la autonomía del clero.  Las ciudades buscaban la independencia legal y los reyes aprendían cuáles eran sus derechos y sus deberes a través de los subordinados educados que tenían a su cargo.  Era forzoso que la nobleza formulase un código de caballería propio de una manera idealista, lo que creó el orgullo del linaje, expuesto a través de divisas heráldicas.  De los que poseían educación aprendieron a formular sus creencias en la poesía vernácula y compraron a los mercaderes lujos domésticos y telas preciadas que indicaban su preeminencia social.  En todo caso, la educación y la multiplicación de bienes muebles servían para acentuar la distinción de su clase.  Los individuos podían subir peldaños en la escala social, pero el respeto del que se hacía merecedora la nobleza no zozobraba.  El clero insistía en que las cualidades morales tenían más valor que una noble cuna, pero difícilmente conseguían desvirtuar la convicción de que algunos hombres eran superiores a otros.  La insistencia de los curas en afirmar la igualdad de todos los hombres como pecadores también hubiera debido tener implicaciones para la vida del más allá, pero la nobleza aprovechaba las ventajas de que gozaba en ésta para construirse espléndidos sepulcros y dotar capillas donde los sacerdotes decían misas para el descanso de sus nobles almas (siempre hubo clases).  La moderna sociedad industrial ha hecho casi imposible comprender hasta qué punto se consideraron naturales las gradaciones sociales como por el excesivo localismo de la vida.  Dado el contexto, el señor no suponía una carga, sino que representaba la conservación de un orden decente en los asuntos mundanos, un medio efectivo de encontrar un patronazgo y un apoyo en empresas locales de todo tipo, desde la decoración de una iglesia a la educación de un hijo inteligente en la escuela del pueblo.  Servir  al señor daba ventajas que eran desconocidas del comercio y de la industria modernos, y aquellos que ponían en tela de juicio la función del señor no eran admirados como luchadores en favor de la libertad, sino menospreciados como parias sociales.

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