Visitas hasta hoy:

6/10/13

CIENCIA Y MEDICINA (II)

Hubo algunas mejoras en el campo de la observación y hubo también quien perseveró en estos nuevos estudios.  Pero en conjunto no prosperaron y hasta el siglo XVII no se produjo una revolución científica propiamente dicha.
El antiguo interés por la astronomía fue la base de la comprensión de la naturaleza de la tierra y de su lugar en el universo, pero en un plano menos teórico supuso ventajas prácticas para los marineros y los campesinos que carecían de la formación básica.  Estos conocimientos pasaron a otras generaciones sin escolarizar e incluso a pueblos bárbaros del norte, menos favorecidos que los del Mediterráneo para observar el cielo.  Unida a esta información había una gran cantidad de leyendas populares, no sujetas al escrutinio intelectual de los maestros, pero aceptadas al igual que otras supersticiones por una variedad de buenas y malas razones.  Los antiguos también habían admitido enseñanzas espurias como parte de su ciencia natural y los hombres de la Edad Media no eran menos capaces que los de generaciones anteriores de llevar adelante trabajos familiares.  Podían, por ejemplo, cruzar el Mar del Norte y colonizar nuevas tierras pese a no estar escolarizados y a estar libres de supersticiones.  La simplicidad de sus condiciones de vida no debe inducirnos al error de pensar que eran pueblos primitivos, confinados al único hábitat que conocían.
El folklore de la Edad Media es una cuestión escurridiza, porque la principal prueba que se tiene de él procede de libros escritos necesariamente por aquellos que poseen unos conocimientos fragmentarios de una educación basada en unos principios absolutamente diferentes.  Así, la ciencia popular médica de los ingleses anterior a la conquista, ta como aparece en los manuscritos, no sólo comprendía recetas a base de hierbas, fundadas en un conocimiento ancestral de las plantas mediterráneas encontradas en los jardines monásticos, sino también encantamientos en los que se mezclaban las referencias a diferentes deidades. Este tejido de supersticiones hace que la antigua medicina medieval resulte extraña y caótica, pero es preciso comprender que la tal profesión era en aquellos tiempos un arte más que una ciencia.
Por supuesto que también es posible que las enfermedades que necesitaban los servicios de los curanderos fueran también diferentes, ya que las tensiones que actuaban sobre la fortaleza física de los hombres posiblemente eran mayores que las de la sociedades modernas y los esfuerzos morales y psíquicos de los "atletas" medievales habrían dado pie a conclusiones generales sobre la salud muy diferentes a las nuestras.  El hecho de que la mayoría de la población viviese en el campo, de que las ciudades fueran pequeñas y de que las comunicaciones entre las mismas fueran muy reducidas significa que debió haber muchas menos oportunidades de propagación de enfermedades contagiosas del tipo de la que se abatió sobre Constantinopla y los lugares en contacto con ella en el 542.  Sin embargo, en el campo los hombres también padecían enfermedades y accidentes y, debido a estar sometidos a una dieta más que frugal, seguramente también padecían deficiencias nutritivas.  Ignoramos de qué modo trataban estos trastornos, pero tenemos razones para creer que las enfermedades más corrientes eran tratadas con relativo éxito y que las demás persistían o servían para mantener baja la demografía.  No hay duda de que la mortalidad infantil fue elevadisima, aunque no necesariamente tanto como en las poblaciones industriales que surgieron más tarde.  Las calamidades, cuando sobrevenían, eran aceptadas como un castigo divino.  Como de los curanderos no cabía esperar curación alguna, de nada servía estudiar las enfermedades, observar los síntomas o incluso describir las dolencias con detalle.  La imprecisión del lenguaje utilizado por los cronistas medievales al referirse a las dolencias dificulta que ahora podamos ser precisos con respecto a la naturaleza de aquellos problemas.  La medicina popular continúa sirviéndose del término "influenza", procedente de una época en que la influencia de la atmósfera podía ser considerada causa de las infecciones, mientras que la historia de la medicina a menudo se contenta con hablar de la Muerte Negra en términos casi apocalípticos en lugar de evaluar seriamente y de manera científica la enfermedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión me interesa, pero será revisada antes de su publicación