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17/10/13

LA ARQUITECTURA MEDIEVAL (II)

Construir para perdurar era, propiamente hablando, la respuesta del encuentro del hombre con la eternidad.  Los edificios cristianos de la Edad Media sirvieron como mínimo tres finalidades religiosas diferentes.  Antes de Constantino, las necesidades de los feligreses habían sido satisfechas por comunidades que contaban con sus propios recursos y, por consiguiente, que no se adaptaban a ningún modelo.  Con la conversión del emperador, las autoridades públicas comenzaron a construir magníficas basílicas para que en ellas pudieran congregarse grandes multitudes y celebrarse las ceremonias de modo apropiado.  La basílica de San Juan de Letrán de Roma era capaz de admitir a millares de cristianos.  Eran iglesias que estaban destinadas a influir en las generaciones siguientes cuando se quisiesen levantar nuevos templos congregacionales de menores dimensiones.  Sin embargo, la iglesias que no se construían para un uso regular solían levantarse allí donde había el sepulcro de algún santo o en "lugares sagrados".  Algunas eran pequeñas, mientras que otras, sobre todo si el culto se hacía famoso, iban siendo ampliadas.  Cuando esos lugares se convertían en sede de obispos o monjes, el culto litúrgico regular exigía nuevas prestaciones al edificio.  Las iglesias occidentales que buscaban precedentes ilustres solían adoptar como modelo las iglesias de Roma y Tierra Santa.
Con el renacimiento carolingio hubo que hacer un gran esfuerzo para volver a construir a escala imperial las iglesias más ricas del imperio.  Al tomarse como modelo las de Roma, el término "románico" pareció el más adecuado para designarlas.  El principal problema técnico consistía en tallar la piedra. Lo macizo de las estructuras delata la ansiedad de sus constructores de hacer obras seguras.  La pesadez procuraba aligerarse decorando los frisos y capiteles.  A medida que fueron adquiriendo confianza, los albañiles comenzaron a modificar la construcción, procurando que fuera más alta y más ligera, aunque con pilares lo bastante fuertes para que pudieran soportar el peso de las bóvedas de piedra.  En el norte se aspiraba a que las iglesias tuvieran ventanas más grandes para que la casa de Dios estuviese mejor iluminada.  Para satisfacer esta necesidad se ideó un nuevo estilo arquitectónico: el gótico.

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