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28/11/13

EUROPA EN EL SIGLO XV

La multiplicidad de reinos que se originaron en el siglo XIV confirieron mayor variedad institucional a Europa, pero complicaron las  relaciones internacionales.  Así pues, la guerra entre Francia e Inglaterra no sólo sirvió para salvar a Escocia y para fortalecer las aspiraciones nacionales francesas, como en el caso de Flandes y Bretaña, sino que se extendió también a España, donde Pedro I acogió con agrado el favor de los ingleses para luchar contra su hermanastro Enrique de Trastamara y donde los franceses, llamados por Enrique, acabaron por aposentarlo.  Con el tiempo, la superioridad de Castilla provocó la resistencia de los portugueses, los cuales se ganaron a su vez la colaboración de los ingleses.  En el este Alemania no pudo evitar las repercusiones de la guerra, pese a que sus divisiones hacían menos importante para cada bando ganarse la amistad de aquel país.  Mientras duró la guerra, el apoyo moral de los papas de Aviñón sirvió muy bien a los intereses de Francia, por lo que cuando en 1378 se produjo un cisma en la iglesia, fue explotado sin escrúpulos de ningún tipo por las dos facciones guerreras para dividir a la Cristiandad y para excusar nuevas campañas con el pretexto de combatir a los cismáticos.
Estas excusas no fueron nunca muy convincentes y desde el principio se hicieron muchos esfuerzos para suprimir el cisma, si bien parecía difícil de conseguir.  Habían surgido problemas auténticamente eclesiásticos y una gran parte del clero se mostraba reacio a restaurar un papado unido antes de sacar partido de su desorientación para hacer reformas.  Incluso para solucionar el cisma entre los dos papas, convencidos de su irrecusable autoridad, se precisaba originalidad e ingenio.  Hacía demasiado tiempo que la iglesia confiaba en el papado en lo relativo a las decisiones últimas, por lo que cuando éste, como ahora, no estaba en condiciones de decidir, la iglesia titubeaba.  En Bohemia, el desmoronamiento de la autoridad papal coincidió con las deficiencias de su rey Wenceslao, quien permitió que la opinión religiosa disidente aplastara el clero.  En otros lugares la herejía no triunfó con igual facilidad y el cisma acabó por ser resuelto cuando el escándalo de la división avergonzó hasta tal punto a la Cristiandad que la llevó a restablecer la unidad sin exigir un excesivo acuerdo sobre la reforma: la unidad formal de la Cristiandad era materia de primordial importancia.

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