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3/11/13

CONFORMACIÓN DE LOS ESTADOS EUROPEOS

Los objetivos concretos de los gobernantes del siglo XIII y la enérgica persecución de sus intereses les creó dificultades que ni siquiera habían podido prever.  El papado se había convertido en una institución de funcionamiento difícil, y Celestino V, antiguo ermitaño, fue sustituido por un noble romano, especialista en derecho canónico, Bonifacio VIII.  Las dificultades del Papa con sus cardenales y con los reyes de Francia e Inglaterra precipitó una serie de acontecimientos que condujeron al papado, en el siglo XIV, al puerto de Aviñón en Provenza, y le ganaron fama de supeditación a la influencia francesa.  Sin embargo, el rey de Francia acabó por apreciar el apoyo moral que el papado podía proporcionarle, puesto que la arbitraria política de Felipe IV había provocado una violenta reacción en Flandes, mientras que su ejército, en la batalla de Courtrai (1302) se veía derrotado por simples hombres de la ciudad.  Tras la sucesión de sus hijos, que murieron después de breve reinado dejando sólo hijas como herederas, parecía que Felipe y su linaje pagaban el precio impuesto por Dios por haber insultado a su vicario, el Papa.  La nueva línea de los Valois se vio obligada a luchar durante más de cien años para llegar al trono de Francia y reivindicar unos derechos que le eran sistemáticamente discutidos por algunos, entre ellos el rey de Inglaterra.  En España se habían aquietado aquellas grandes campañas del siglo XIII contra los musulmanes y ahora los cristianos se dedicaban a luchar entre sí.  En la propia Inglaterra, el rey Eduardo I se enfrentaba con los escoceses, pero, a pesar de las victorias y de la conquista, no conseguía dominarlos: dos de sus sucesores al trono fueron depuestos y asesinados.  No es de extrañar que el siglo XIV sea famoso por los desórdenes, los desastres y otras calamidades.
Si el rey de Francia se sintió ultrajado al ser derrotado en Flandes por simples hombres de ciudad, como lo fue igualmente el rey de Inglaterra por los escoceses rebeldes, los historiadores deben tener buen cuidado de no hacerse eco de los pesares reales y procurar centrarse en grupos que hasta entonces no habían llamado la atención del público.  Así que los escoceses demostraron que, aun sin tener un rey propio, no por ello dejaban de considerarse miembros de un reino, que los reyes podían estar donde fuera y sin ellos el reino sobrevivía igualmente, dejando sentado que la preocupación histórica de los reyes y sus genealogías representaba una realidad muy triste.  Ni en Escocia ni en Flandes se salieron los  reyes con la suya.  En Flandes, las ciudades "francesas" de Brujas y Gante, que Felipe IV había ocupado como soberano del país, con la resistencia que opusieron a su mandato eludieron permanentemente el control de París.

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