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12/11/13

LA DOMINACIÓN BOHEMIA DEL IMPERIO GERMANO (II)

El hecho de que el imperio no consiguiese desarrollarse a lo largo de unas lineas centralistas, como se creía que hicieron otros estados europeos occidentales de este tiempo, especialmente Francia, ha desalentado el estudio histórico amplio de este período, que sigue siendo negligente y tenido en menos, comparado con otros, por parte tanto de los estudiosos de historia como de literatura.  aun cuando hubo unas pocas grandes familias principescas o ciudadesque se destacaron, no llegaron nunca a ser dominantes en su época y, de querer hacerles justicia, habría que tener en cuenta también las docenas de pequeños estados, principados, obispados, monasterios, ciudades, señoríos y propiedades de caballeros, todos ellos directamente dependientes  del emperador y efectivamente soberanos.  Tan solo los estados soberanos italiano y suizo son reconocidos como tales, aunque en la práctica los estados germanos, a menudo pequeños, y a veces incluso formados por fragmentos territorialmente diseminados, no fueran igualmente importantes.  Los edificios que construyeron y los ideales que tuvieron no han sabido espolear la imaginación de otros europeos como supieron hacerlo los de Italia de finales de la Edad Media y del Renacimiento, pero no por ello han dejado una impresión menos perdurable de la vitalidad local de aquella época.  Limitarse a hacer una lista de sus nombres no serviría de mucho y tratar de hacer una representación en un mapa podría inducir a confusión.  A su manera, el imperio siguió siendo un microcosmos de Europa como conjunto. Bajo la égida de autoridades básicamente locales y nada ambiciosas, las comunidades de los siglos XIV y XV pudieron hacerse con los beneficios de la civilización en términos medievales.  Los objetos propios de aquella época son testimonio del alto nivel alcanzado en la vida monástica, no ya sólo por parte de los príncipes, sino también de las gentes de la ciudad y del campo.  No contamos con una medida que refleje el grado de bienestar de la mayoría, pero las pinturas de la vida popular nos ofrecen escenas que indican unas comodidades y una buena situación y en ellas se ven niños que juegan y campesinos que beben y se divierten.  Los sombríos recordatorios de la muerte, de la enfermedad y de la pobreza no surgen de la gente sino de los esfuerzos deliberados del clero para restablecer un sentido de la proporción.  Sobre todo es en el imperio donde abunda este tipo de pruebas.  Parece que los pequeños principados sirvieron bien a las necesidades políticas de la gente.

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