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11/11/13

LA DOMINACIÓN BOHEMIA EN EL IMPERIO GERMANO

El imperio occidental no contaba con una razón de ser o con una tradición comparable a la de oriente, pero el valor del concepto no perdió tan fácilmente su atractivo.  En la práctica, el imperio dejó de tener una influencia real en Italia después de la muerte de Federico II en 1250 y tan sólo los germanos persistieron en mantener vivo el concepto, demostrándose poco interesados en los proyectos de adaptarlo a un propósito nacional más limitado.  Los príncipes del imperio eligieron al rey delos romanos y lo llamaron emperador sólo después de coronado con la aprobación papal. Desde 1338 fue considerado formalmente soberano a partir del momento de su elección. Los electores eran el rey de Bohemia u seis príncipes germanos -tres eclesiásticos y tres laicos-, en representación de todos los príncipes del imperio. Aun cuando el colegio electoral no habría podido calificarse de representativo en el sentido moderno, demostraba que el imperio abarcaba gentes e intereses muy diversos, si bien todos ellos permitían la pertenencia continuada al Reich (que en alemán significa "gobierno", más que reino o imperio).  Enumerar los deberes específicos del gobernante supondría hacer una lista de un conjunto de poderes, ninguno de ellos particularmente importante en sí, si bien hay que decir que la función no era meramente decorativa y honorífica.  En contra de la familia Staufen, los papas del siglo XIII habían favorecido la elección de figuras de escaso relieve, si bien los príncipes acabaron por entender que el cargo sólo podía corresponder a personajes de rango. A mediados el siglo XIV sólo los miembros delas más distinguidas familias germanas tenían posibilidades de alcanzar reconocimiento, y su elevada posición, por ejemplo la de rey de Bohemia, no hacía sino reforzar la de rey de los romanos. Esta cristalización de la estructura el imperio germánico significaba, sin embargo, que otros territorios del antiguo imperio que dejaron de participar en la nueva estructura iban tendiendo a desprenderse y a asumir, por cuenta propia, otras lealtades políticas alternativas: Italia, por ejemplo, que recibió visitas rutinarias de unos pocos emperadores, pero aprendió a arreglárselas sin referencia a sus poderes nominales.  En los Países Bajos, Bravante y Holanda obtuvieron autoridad imperial para actuar como estados soberanos; otros actuaron de igual manera pero sin esa autoridad. En occidente, hubo sectores del imperio que pactaron sus propias condiciones con los reyes de Francia y sólo en el este la recuperación del poder polaco fue disuasoria para la fragmentación.  Los príncipes de oriente valoraban excesivamente su pertenencia al imperio para arriesgarse a ser independientes.

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