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10/11/13

LOS OTOMANOS

Los otomanos eran una dinastía de soldados que operaban en una zona sometida al gobierno de muchos príncipes que soñaban poseer el imperio.  Los intereses políticos más específicos y coherentes probablemente eran los demostrados por grupos como los Caballeros del Hospital, de Rodas, comprometidos en una perpetua cruzada, pero que no habían calculado políticamente cómo derrotar a los otomanos, o como los venecianos, cuya preocupación principal no era el imperio sino el comercio.Durante todo el siglo XIV el principal enemigo de los venecianos siguieron siendo los genoveses, sus rivales comerciales.  Para ambos, sus intereses egeos eran meramente las colonias que explotaban con fines interesados. A pesar de su participación en las tardías luchas con los otomanos, ninguna de estas ciudades-estado italianas podía proponerse para la sucesión en Constantinopla.  En este aspecto, su compromiso político era muy escaso.  Al dirigir lo beneficios del comercio y de la industria desde Constantinopla -que había tenido hasta entonces el monopolio- a Italia -que se había enriquecido de forma desmedida-, los intereses latinos actuaron de hecho como sanguijuelas y su dominio fue inevitablemente efímero.
La mayor parte de los gobernantes occidentales con recursos iguales a las responsabilidades imperiales estaban situados demasiado lejos de Constantinopla para aspirar a la sucesión en la zona.  Durante el período crítico que sucedió a la batalla de Manzikert (1071) los normandos del sur de Italia se habían interesado cuanto menos en extender su poder hasta los Balcanes y, en el siglo XIII, Carlos de Anjou, tras adquirir el reino normando (1260), se mostró dispuesto a seguir los antiguos intereses normandos en el antiguo imperio griego.  Aquellas ambiciones condujeron a los señoríos angevinos a Gracia, a la parte alta de la costa dálmata y a Hungría, con lo que surgió el imperio marítimo angevino que rivalizó y desafió al de los venecianos, si bien sus objetivos eran más políticos que comerciales.  Sin embargo, su envite contra Constantinopla fue desviado por el emperador Paleológo Miguel VIII (emperador 1261-1282), que se alió con los enemigos que Carlos tenía en el país, como resultado de lo cual Sicilia pasó a manos del rey de Aragón y el poderoso reino de Federico II quedó dividido en dos.  Los reinos de Nápoles y Sicilia fueron debilitándose mutuamente a través de repetidas guerras y de una separación que duró dos siglos antes de que los españoles acabaran conquistando Nápoles en 1499, si bien sacaron alguna fuerza de los imperios a los que pertenecían.  El dominio angevino imperó en el Adriático, pero su capital italiana de Nápoles estaba geográficamente mal situada para beneficiarse de su situación marítima.  Los mismos gobernantes angevinos, a diferencia de sus predecesores normandos, tenían al parecer escaso aprecio de las posibilidades del poder marítimo.  En lo que se refiere a fines comerciales, tanto Génova como Venecia estaban mejor situadas geográficamente, especialmente para abastecer  a los desatendidos mercados del norte.  Los mismos asuntos financieros del reino de Nápoles acabaron siendo administrados por los aliados güelfos e los angevinos, aposentados en Toscana.
Más ventajas hubo para los españoles como resultado de la conquista de Sicilia en 1282.  Los reyes de Aragón, que también eran condes de Barcelona con posesiones a lo largo de la costa mediterránea hasta Montpellier, en el curso de la anterior generación habían conquistado las islas Baleares, y siguiendo la costa, habían llegado hasta Valencia.  Desde Barcelona sobre todo se había creado un imperio comercial en el Mediterráneo occidental, respaldad con la aprobación real a pesar de la hostilidad de los barones del reino aragonés.  Estos, como sus iguales de Nápoles, estaban más preocupados por sus propiedades que por el comercio o la expansión imperial. Sin embargo los reyes de Aragón se mantuvieron en Sicilia e incluso trataron de anexionarse las islas de Córcega y Cerdeña.  Hubo mercaderes de Barcelona que se aventuraron en el Egeo y una compañía de soldados mercenarios que conquistó el ducado de Atenas y lo retuvo como feudo del rey de Aragón durante gran parte del siglo XIV.  Estas actividades indican la fluidez de la situación en el Mediterráneo mientra no hubo un gobierno poderoso en Constantinopla, pero demuestran también que desde occidente no hubo ocasión de crear otra cosa que una presencia exigua en el mar.  Los europeos occidentales podían siempre refugiarse en sus tierras atravesando el mar, ya que con los medios que tenían a su disposición no les era posible retener importantes extensiones de tierras.  La tradición del imperio que había persistido tanto tiempo en oriente había perdido su fuerza y no había encontrado cristianos capaces de asumir aquella responsabilidad.  La conquista otomana, que restableció las realidades políticas, no pertenecía a un romano sino a una tradición cultural musulmana.  El imperio romano se encontraba en su fase terminal.

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