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18/11/13

HUNGRÍA Y LAS DINASTÍAS EUROPEAS

Las preocupaciones que sentía la dinastía Jagellón como resultado de intereses territoriales en lugares lejanos, además de la guerra que sostenía contra los turcos, es evidente que la apartó de problemas mas específicamente polacos o del cometido de desarrollar el aparto político de la monarquía. En efecto, Luis de Hungría se había granjeado el reconocimiento de la monarquía en Polonia gracias a conceder determinados privilegios a los grandes propietarios que  podían causarle problemas.  A través del control que ejercían sobre los tributos y de la creciente capacidad para aumentar sus posesiones con el aprovicionamiento de los mercados de cereales de los puertos del Báltico, estos terratenientes se convirtieron en na potencia del país, aun cuando se sentían mas preocupados de enriquecerse personalmente que de enriquecer la nación en conjunto, responsabilidad un tanto nebulosa que dejaban en manos de los gobernantes.  La vida cultural de los polacos pasó a ser una preocupación particular del clero latino, que se mantuvo hostil a los lituanos ortodoxos y algo receloso en relación con los reyes Jagellones a consecuencia de los orígenes de éstos.  La universidad fundada en Cracovia en 1364 comenzó a desempeñar su función en la educación del clero y en el estrechamiento de sus vínculos con la iglesia occidental, particularmente la italiana.  A partir de ese mismo período comenzaron también a establecerse en Polonia algunos mercaderes italianos.  El culto de santos oriundos de Polonia, como San Estanislao, combinado con el cultivo de la historia de Polonia en latín y de la literatura religiosa popular en lengua vernácula promovieron un profundo sentimiento de identidad nacional, más a través de una fidelidad religiosa que monárquica.  La cancillería papal insistía en servirse del término "Polonia" para definir una región que, de otro modo, tenía como característica el hecho de ser indefinida.  Cuando las fronteras del reino, en otro tiempo fluctuantes, fueron estabilizadas por los Jagellones, el ámbito cubierto por su manto dinástico en la Europa oriental convirtió aquella definición secular en algo tan escurridizo como siempre.
La evolución de los polacos durante aquellos cinco siglos, aun encontrándose conformada por los acontecimientos políticos, fue alto situado por encima de la propia política.  El proceso de echar raíces en un espacio definible, de aceptar la conversión al cristianismo y de abrir nuevas tierras al cultivo exigía la cooperación de muchos grupos.  La penetración de colonizadores germánicos a lo largo del litoral báltico no siempre se vio contestada por los polacos.  Los colonizadores se sentían atraídos por el ofrecimiento de unas condiciones favorables y hubo artesanos que se establecieron en las nuevas ciudades o en algunas ciudades con los privilegios que tenían en sus lugares de origen.  En el siglo XIII hubo una gran extensión de la influencia cisterciense en el campo, donde confluyó con la irrupción en el mismo de los frailes, especialmente los dominicos.  Como cabía esperar, sus primeros asentamientos fueron en ciudades ya establecidas, como Gdansk, Wroclaw y Cracovia.  Su extensión, a la que llegaron posteriormente, a las ciudades que jalonaban en Silesia, el Oder y el Vístula indican de qué manera estaban creciendo en aquella época los centros urbanos.

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