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4/11/13

CONFORMACIÓN DE LOS ESTADOS EUROPEOS (II)

No todos estos movimientos independentistas del siglo XIV se vieron igualmente vindicados por el tiempo.  El estado de la Orden de los Caballeros Teutónicos en el litoral báltico gozó prácticamente de soberanía durante un siglo y medio antes de volver a ser absorbido por el reino de Polonia-Lituania.  Los principados independientes de los cristianos latinos de oriente sucumbieron bajo los otomanos en el siglo XV, mientras que el ducado autónomo de Bretaña volvía a ser conducido bajo el manto de la monarquía francesa a finales del mismo siglo y, sin embargo, en este período los grandes gobernantes dejaban de dominar los acontecimientos como habían tratado de hacerlo en el siglo XIII.  El control político se haría en todas partes más laxo y más local, lo cual significaba  que habría más comunidades políticas que conseguirían el reconocimiento de su independencia.  El que se benefició particularmente de la situación fue el imperio, dejando que las grandes ciudades italianas y alemanas se hicieran autónomas.  La monarquía francesa se tuvo que doblegar a la aparición de instituciones legales provinciales separadas.  En España, la abrumadora superioridad de Castilla se vio contrarrestada con la aparición de instituciones políticas más firmes en los reinos vecinos de Aragón, Navarra, Portugal y Granada, así como con las disensiones surgidas entre sus propios aristócrata.  De querer describir todas las entidades políticas de la época necesitaríamos mucho espacio, puesto que las complicaciones de las relaciones existentes entre ellas solo pueden explicarse a través de descripciones muy detalladas.  Explicar los cambios individuales como factores generales falsearía la verdad de su diversidad y pasaría muchas realidades por alto.
El período anterior había conseguido que la Cristiandad adoptara una estructura relativamente simple que los hechos se encargarían de desvirtuar.  Al principio había habido un imperio romano firmemente asentado en Constantinopla, un Papa en Roma y un imperio occidental restaurado bajo el dominio de Carlomagno y de sus sucesores germanos.  el esfuerzo para restaurar la idea de orden que Roma preconizaba había refrenado el poder papal, pero había reducido a sus proporciones normales a los germanos.  Además, habían surgido otros reinos y el número de reyes de la Cristiandad occidental tendía a aumentar.  En 1273 el papado reconoció que era posible crear un reino germano y un reino italiano fuera del imperio, aunque Dante en 1311-1312 seguía pensando en una monarquía universal.  Existía, pues, una cierta renuencia a aceptar el carácter fisíparo de la Cristiandad.  La vieja matriz del imperio no encajaba en Europa, pero no era fácil sustituirla por otra.  La monarquía de origen bárbaro era fácilmente asumida por dictadores o advenedizos.  ¿Sería duradera en todas partes?  El modelo de imperio debía más al ejemplo de Constantinopla que a cualquier teoría política y fue la desintegración del sistema en Constantinopla lo que más contribuyó a sumergir a la Cristiandad occidental en el fondo del crisol.  En occidente los hombres adquirieron conciencia de su fuerza por comparación con el este, por lo que forzosamente debían descubrir cómo aprovechar las fuentes reales de aquella fuerza en normas políticas originales, lo cual suponía testimoniar un cierto respeto al imperio.

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