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22/12/13

LA CONFECCIÓN DE MAPAS (II)

Desde los tiempos antiguos, en las predecibles condiciones del Mediterráneo, habían aprendido la ciencia de los vientos y de las estrellas.  A lo que parece, en los primeros tiempos no disponían de cartas y los marineros musulmanes no se servían de ellas.  Seguramente el descubrimiento de los usos de la brújula magnética llevó a la necesidad de trazar una carta precisa que pudiera ser empleada en conjunción con la misma, especialmente con la indicación de la escala.  Para servirse eficazmente de ella, sin embargo, el timonel debía conocer las matemáticas suficientes para hacer simples cálculos, así como servirse de una regla y de un par de compases de división.  No es de extrañar que fuera en Italia donde se abordaron primeramente estas condiciones, si bien los catalanes, y más particularmente los de Mallorca, gozaron muy pronto de fama de cartógrafos.  El atlas más antiguo con varios mapas que ha llegado hasta nosotros fue hecho en Mallorca para el rey Carlos V de Francia, en 1375.  Aquel ejemplar de regalo tuvo más posibilidades de sobrevivir que los simples pergaminos utilizados por los avezados pilotos del Mediterráneo hasta que, debido al uso, quedaban inutilizables.  Sin embargo, disponemos de bastantes ejemplares de cartas antiguas que nos demuestran que se experimentaron sucesivas técnicas y que, a lo largo de todo el siglo XIV, se fueron mejorando.  Como es lógico suponer, tanto en Venecia como en Génova hubo cartógrafos especializados que trazaron magníficos mapas.  El veneciano Marino Sanudo, que escribió acerca del problema de recuperar Tierra Santa, envió su obra al Papa acompañada de un conjunto de mapas apropiados, trazados por Pietro Visconte (alrededor de 1320).  El reconocimiento de lo mucho que faltaba por aprender para confeccionar buenas cartas sirviéndose de tablas de coordenadas para diferentes lugares condujo nuevamente a los eruditos a Ptolomeo, dado que éste ya se había enfrentado a dicho problema.  Poco a poco, los que trazaban mapas de territorios aprendieron la manera de pasar de presentar pequeñas zonas explorables al trazado de grandes regiones y de países enteros.  De Ptolomeo aprendieron la manera de hacer mapamundis y, puesto que los viajes de descubrimiento realizados en el siglo XV incorporaban nuevas tierras al mundo conocido, éstas tuvieron que figurar también en los mapas.  Por ejemplo, en el Portulano Laurentiano de 1351 aparecen las Canarias y, en el mapa hecho en Londres en 1448 por el veneciano Andrea Bianco, aparece la costa occidental de África.  Los navegantes debían aprender a hacer observaciones precisas de los lugares que visitaban si querían que los cartógrafos incorporasen sus descubrimientos a los mapas.

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