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4/12/13

APARECE BORGOÑA (II)

El comienzo de un movimiento tendente a crear un poder soberano en los Países Bajos puede hacerse remontar, sin embargo, al bisabuelo de Felipe el Bueno, Louis de Mâle, quien como conde de Flandes demostró que había recuperado suficiente autoridad para tratar con sus paisanos.  En efecto, no sólo ayudó a los patricios de las ciudades a superar los movimientos populares, sino que también alentó a las industrias rurales a disminuir la fuerza económica de las ciudades.  Por encima de todo, con el establecimiento de un tribunal supremo de apelación (1369), ofreció las ventajas de las grandes autoridades políticas: poner fin a los particularismos locales e imponer de forma efectiva normas legislativas dentro de sus territorios.  Tanto él como sus herederos, los duques de Borgoña, consideraron las reclamaciones de independencia municipal como algo incompatible con sus objetivos políticos.  La situación decadente del comercio textil en Brujas a finales del siglo XVI facilitó al duque la imposición de unas regulaciones ducales sobre los comerciantes.  Lo que perdieron por sumisión a su autoridad lo compensaron con el hecho de que su jurisdicción en los Países Bajos comenzó a aumentar.  A sus posesiones en Francia (el ducado de Borgoña, los condados de Mâcon, Auxerre y Bar-sur -Seine) Felipe el Atrevido añadió Nevers, que su esposa heredó finalmente de su abuela.  Su legado incorporado a sus dominios de los Países Bajos, incluía las tierras de Artois, aparte de que en 1392 Felipe adquirió el condado de Charolais.
La disputa con el partido de Orleáns provocó durante un tiempo las reclamaciones de los borgoñones en relación con el ducado de Luxemburgo, donde tuvieron que luchar con la resistencia aristocrática local, respaldada por el emperador de Luxemburgo, Segismundo.  Sólo con el sucesor de Juan, Felipe, el duque adquirió los derechos hereditarios de Isabel de Görlitz y volvió a aceptar la sumisión de los luxemburgueses (1451).  El obispado de Lieja también soportó el peso de la influencia borgoñona desde los tiempos de Juan sin Miedo, pero el nieto de Juan, Carlos el Atrevido, siguió sintiéndose obligado a tratar cruelmente a los habitantes de Lieja (la ciudad fue saqueada en 1468) y su heredera renunció en 1477 a sus derechos sobre el principado-obispado.  La situación de principado salvó su independencia nominal, aunque en la práctica hubo obispos posteriores que colaboraron con los gobernantes de los Países Bajos.
Felipe el Bueno (duque 1419-1467) hizo todo lo posible para consolidar los Países Bajos, no tanto por herencia como a través de conquistas y bravuconadas.  En 1420 consiguió que su tía le devolviera Alsacia, en 1421-1429 adquirió Namur, afirmó sus reclamaciones en relación con Holanda y Hainault (así como sobre Frisia y Zelanda) en 1433 y sucedió a Brabante-Limburgo en 1430.  Al hacer las paces con el rey de Francia y renunciar a la venganza por el asesinato de su padre, consiguió la recuperación de algunas de las tierras de su abuelo, así como las ciudades de Somme, con Ponthieu y Boulogne-sur-Mer (1435).  Supo presentar adecuadamente sus reivindicaciones sobre Luxemburgo, mientras su hijo, Carlos el Atrevido, obtenía Alsacia como compensación por la ayuda militar a Segismundo de Habsburgo y se comprometía con Lorena en 1473-1475.  En 1472 tomó por la fuerza Guelders y Zutphen.  El duque nombró también a los obispos de Utrecht, Cambray, Tournai y Thérouanne.
Así pues, de manera sistemática y deliberada, los duques reunieron bajo un solo señor los diferentes territorios de los Países Bajos.  Si un tiempo aquellos estuvieron fragmentados y desordenados, ahora estaban unidos bajo el dominio de los duques.  Pese a que no hubo ningún intento de eliminar las tradiciones locales, la manifiesta resistencia evidenciada en las ciudades de Brujas (1436-1437) y Gane (1450-1453) resultó infructuosa.  A partir de 1442 se fomentaron las posibilidades comerciales de Amberes, con lo que ya era imposible evitar el declive de Brujas, provocado básicamente por la obstrucción del puerto.  La prosperidad de la región en conjunto permitió a los duques mejorar su posición financiera. Se estima que, en 1455, sus ingresos ascendían a 900.000 ducados anuales, aproximadamente igual que en Venecia, pero el doble que el papado o que los duques de Milán, sus rivales más próximos.  Aparte de sus ambiciones políticas, los duques eran mecenas espléndidos y exigentes en materia de música y pintura.  Aunque al final el poder borgoñón no dio lugar a un estado autónomo duradero, el núcleo del poder en los Países Bajos, heredado por los Habsburgo, confirió al emperador Carlos V, nacido en Gante, los recursos necesarios para dominar Europa en su momento de mayor esplendor (emperador 1519-1556).  La posición dominante de los Países Bajos sólo se vio comprometida, que no destruida, por las últimas guerras de religión.

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