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6/11/12

NUEVOS ESTADOS EN LAS TIERRAS CAROLINGIAS (IV)

El carácter proteico de los nombres en las tierras del Reino Medio tal vez quede mejor demostrado con el caso de Borgoña, que en el 924 se convertiría en un reino que se extendía desde Basilea por la parte nordeste hasta Arles por el suroeste.  Este reino se había formado a partir de las tierras del Reino Medio, separadas primeramente en el 855.  Gran parte de él comprendía el sector asignado entonces a Carlos (duque entre el 855 y el 863), reconstituido más o menos por Boso, conde de Vienne, para sí mismo (880-887).  Su hijo Luis, nieto del emperador Luis II, se sintió atraído por Italia, donde fue coronado y de donde regresó, ciego, en el 905.  Este reino de Provenza fue adjudicado al rey Rodolfo II de Borgoña (912-937) a cambio de renunciar a sus pretensiones en Italia. El originario reino de Borgoña, con base en St. Maurice d'agaune, junto al Ródano y en el camino de Langres a Italia a través del paso del Gran San Bernardo, fue creado por Rodolfo I (888-912).  Inicialmente este había esperado convertirse en rey de Lorena (888), en aquellas tierras que habían sido de Lotario II, antes de que fueran divididas entre los reyes de Italia, Francia y Alemania y reunidas primeramente en manos de Carlos el Calvo (que murió en el 877) y después de Carlos el Gordo.  Rodolfo aprovechó la oportunidad ofrecida por las muertes de Boso y Carlos el Gordo para proclamarse rey, pero en pocos meses tuvo que renunciar a sus pretensiones sobre Alsacia y Lorena y consolarse con las tierras del este de Suiza y del otro lado del Jura.  Su hijo Rodolfo II extendió su reino inicialmente hacia el nordeste, incorporando los condados de Aargau y Zurich.  Arrinconado en el norte de Italia después del 922, renunció a sus pretensiones a hacerse con aquellas tierras en el 923 a cambio de que Hugo de Provenza le ofreciera el reino meridional de Provenza.  La efectividad de la monarquía borgoñona en tierras que habían vivido historias tan diversas durante casi un siglo era menor incluso que la de los últimos carolingios y primeros Capetos en Francia.  Pero el reino, tal como estaba, pasó indiviso al hijo de Rodolfo, Conrado, aunque bajo la protección de Otón II de Alemania, su cuñado, y más tarde a Rodolfo III (rey 993-1032).  El marido de su sobrina, el rey alemán Conrado II, incorporó finalmente el reino al suyo propio (1037).
La incorporación del reino borgoñón constituía la última fase de los esfuerzos alemanes para rectificar el proceso de división de las tierras carolingias, fragmentadas en el 843.  La fase penúltima había sido la adopción por parte de Otón I del título de rey de Italia.  Esto solventó, por fin, las disputas sobre la monarquía en aquella zona, que habían sido constantes desde la muerte del emperador Luis II en el 875.  Italia, a continuación y hasta e siglo XIX, no tuvo más rey que el rey alemán, o emperador.  Los pretendientes a la corona venían generalmente del norte: entre los carolingios estaban Berengario I (888), Arnolfo (896) y Luis de Provenza (900); entre los demás figuraba Rodolfo de Borgoña, Hugo de Provenza y Berengario de Ivrea (950), todos anteriores a Otón.  Otón se presentó en Italia en respuesta a la llamada de Adelaida, viuda del rey Lotario (946950) e hija de Rodolfo II; cuando Otón se casó con ella, adquirió los mismos derechos que los reyes de Provenza y Borgoña.  Para Italia tenía la ventaja de estar en condiciones de frenar las invasiones de los ducados alemanes de Suabia y Baviera, regidos por su hijo y su hermano, respectivamente.

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