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29/11/12

LOS NORMANDOS EN SICILIA

Hacía menos de un siglo que Sicilia había sido laboriosamente conquistada por el abuelo de Constanza, el conde Roger, quien la arrebató a varios príncipes musulmanes, cuyos mutuos recelos le permitieron adelantarse y ser él el primero en poner los pies en la isla en el 1060.  Mientras Roger se mantuvo ocupado en Sicilia por espacio de más de treinta años, su hermano Roberto se dedicó a transformar su posición de duque de Apulia en la de dueño del sur de Italia.  Los dos hermanos y sus parientes no eran más que una pequeña parte del contingente de aventureros normandos que salieron de Normandía a principios del siglo XI.  Se dice que los primeros normandos que fueron a Italia iban movidos por su devoción religiosa, pero la verdad es que se quedaron en el país como soldados.  Gradualmente fueron labrándose una posición de fuerza en el sur de Italia y se alquilaron como soldados profesionales con los belicosos señores locales.  Los longobardos estaban enemistados con sus propios príncipes y con el emperador griego, el cual tenía autoridad nominal en Bari.  Los reyes germanos que visitaron Italia durante la primera mitad del siglo XI se sentían ávidos de satisfacer las esperanzas de sus predecesores, los cuales aspiraban a extender algún día su gobierno hacia el sur, a sacudirse la presión de los griegos y a volverse al propio tiempo contra los musulmanes.  Los longobardo y sus aliados normandos también fueron reconocidos y confirmados por los reyes.  Sin embargo, durante la minoría de Enrique IV (1056-1065), los normandos demostraron súbitamente que eran dueños de sus actos y los papas alemanes no pudieron hacer nada para mermar su poder.  El papa Nicolás II decidió llegar a un acuerdo con ellos y reconoció a Ricardo de Anversa como príncipe de Capua y a Roberto Guiscardo como duque de Apulia a cambio de la promesa del apoyo normando (1059).  Con los años, la ayuda normanda rescato en alguna ocasión a los papas de manos de sus enemigos, pero en la práctica el reconocimiento papal había ayudado a los jefes normandos a coordinar a sus hombres y a dominar los principados longobardos, puesto que los papas que estaban peleando con los reyes germanos no podían también pelearse con los normandos del sur y mucho menos disponer de los medios para frenar su expansión.  Hasta cierto punto, podían levantar a Capua contra Apulia, pero cuando Robert dominó en el principado de Salerno (!077) así como en Apulia, el equilibrio de poder quedó trastocado.  Los papas demostraron que sabían sacar el máximo partido de sus limitadas oportunidades y nunca llegaron a admitir la aparición de poderosos estados normandos en el norte, pero al final no pudieron  evitar que Roger II de Sicilia dominara en todo el sur de Italia ni que fundara un reino propio (1130).  Los papas sucesivos se vieron obligados a doblegarse, mal que les pesase, a los deseos de Roger.  Pese a todo, el reino subsistió, superando las dispares tradiciones de sus extensas tierras, heterogéneas poblaciones y mezcla de religiones y sólo cobró coherencia gracias a un gobierno que daba una gran importancia a lo secular.  el reino de Sicilia era una extraordinaria creación de Roger II, creación que daba un nuevo sentido a la geografía del sur de Italia y que, por consiguiente, encerraba un considerable potencial.

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