Visitas hasta hoy:

8/11/12

EL IMPERIO SAJÓN (II)

No fue tan fácil desembarazarse de los eslavos.  Eran pueblos que se habían afincado, que cultivaban tierras más allá del Elba, pero que seguían siendo paganos.  En este amplio frente persistió la guerra durante todo el siglo X e incluso después del mismo.  Los reyes sajones descendían de una familia que poseía grandes extensiones de tierras en Eastfalia y tenían el compromiso de extender la influencia alemana hacia el este.  Las presiones de los sajones se extendieron al otro lado del Elba y penetraron en Holstein y, desde allí, en el norte de Schleswig en dirección a los daneses o Elba arriba contra las diferentes tribus eslavas, los abodritas, los liutizes y los lausiatianos.  Más al sur, los eslavos, serbios y checos chocaron con Franconia y Baviera.  Brandemburgo, importante centro eslavo, en tiempos de Enrique I fue ocupado y Meissen, más al sur, establecido como base, pero Otón I, desde el principio de su reinado, hizo el decidido esfuerzo de colonizar y convertir las tierras eslavas, estableciendo dos territorios de marcas, en el bajo Elba y en la región de Elba-Saale.  En el 947, Otón consideró oportuno establecer seis nuevos obispados, tres al norte del Holstein dependiente del arzobispado de Hamburgo, y tres dependientes de Mainz, en Oldenburg, Havelberg y Brandemburgo.  Sólo después de su victoria en el Lech, Otón planeo una nueva provincia eclesiástica con base en Magdeburgo, en Eastfalia, que durante mucho tiempo había sido uno de sus lugares preferidos de residencia y que formaba parte de la dote de su primera esposa.  Estaba ya dotado con un nuevo monasterio, fundado en el 937, dedicado a San Mauricio, cuya fama como santo guerrero estaba entonces en su apogeo.  Este proyecto, alimentado por Otón I y llevado a la realidad sólo gracias al apoyo papal trece años más tarde contra los deseos del obispo diocesano local de Halbertstadt y su metropolitano en Mainz, debía crear una nueva provincia desde la cual podrían convertirse todos los pueblos eslavos del este.  La misma Magdeburgo tendría una situación espléndida, con sacerdotes, diáconos y subdiáconos: iba a ser la Nueva Roma de Otón en oriente, la rival de Aquisgrán o de Constantinopla.  Sin embargo, en la época en que el proyecto iba a ser llevado a la realidad, Mieszko, el gobernante de "Polonia", todavía más al este, ya estaba en relaciones amistosas con Otón.  A consecuencia de esto, surgió una comunidad política nueva, por lo que eran previsibles en el este unos límites a la difusión de la influencia alemana.  Más al sur, el gobernante de Bohemia, Wenceslao I, también se había hecho cristiano.  Antes de la todavía improbable conversión de los húngaros, Otón I, después de su victoria en el 955, protegió Alemania frente a otros ataques húngaros con el establecimiento de marcas fronterizas en Austria y Carintia.  Así pues, cualesquiera que fuesen las ambiciones de Otón para seguir presionando en el este, esbozó los límites orientales del imperio alemán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión me interesa, pero será revisada antes de su publicación