Para empezar, los latinistas del Renacimiento
miraban por encima del hombro la Edad Media que consideraban un período de barbarismo. En una época en que
los valores de la erudición latina dominaban
la cultura occidental, esta concordancia
sobre el barbarismo medieval se
convirtió en sabiduría admitida. Hasta el siglo XIX no se inició el estudio intensivo de la Edad Media y todavía es más reciente la
convicción de la relatividad de sus valores culturales, que ha venido a
socavar el prestigio del clasicismo .Por
consiguiente, aunque se ha abierto paso una nueva visión de la Edad Media, el
mismo término que la designa está tan arraigado que todos los intentos que se
han hecho para demostrar su absurdidad
han resultado infructuosos. Así pues, se ha tenido por conveniente y se ha
mantenido, al igual que sus igualmente absurdos compañeros, Edad Antigua y Edad
Moderna, como simple etiqueta útil para una división tripartita de la historia.
El Renacimiento, que nos legó el
concepto de Edad Media, hizo una extraordinaria contribución a la
definición de ese campo cuando, con las Vidas de los más eminentes arquitectos,
pintores y escultores italianos (1550) de Giorgio Vasari, quiso
demostrar de qué manera habían conseguido los artistas recuperar las artes
perdidas de la pintura, escultura y arquitectura. Por espacio de siglos se
desdeñó por tosco y primitivo el arte de la Edad Media, puesto que unos
artistas que nada sabían de las leyes de la perspectiva ni los cánones de la
belleza humana no eran merecedores de atención alguna, y así fue cómo se
etiquetó de “gótica” la arquitectura
medieval queriendo significar con la palabra su bárbaro origen nórdico. Aunque
el término, desde entonces, ha cobrado un sentido más restringido, continúa
siendo singularmente inadecuado, por ejemplo, para la obra de los arquitectos
franceses del siglo XII los entusiastas
del gótico rehabilitaron este arte, se tergiversó la plena apreciación de sus
méritos técnicos concediendo una importancia equivocada a sus connotaciones
religiosas y sociales. Una vez más, los cambios en los gustos impuestos por la
moda han sido los principales responsables a la hora de hacer justicia a una de
las creaciones genuinamente originales en el campo de la arquitectura
Igualmente en pintura, el derrumbamientote la tradición académica, con su
interés por el dibujo de la figura, la perspectiva y la elevación del tema
tratado, permitió por vez primera juzgar el arte medieval sin prejuicios
clásicos. Como resultado, el Renacimiento ya no puede ser aceptado como un
período de recuperación artística, porque la conciencia de su propia identidad lo
convierte en un movimiento artístico sin paralelo en la Edad Media, si bien su “estilo” diferente no era sino el último de
los muchos cambios que actualmente se observan en el arte medieval, un arte que
está muy lejos de ser uniforme y carente de
mérito. El prejuicio renacentista contra el arte medieval ha perdido hoy
todo su poder de persuasión para influir en la sensibilidad moderna.
Pisando los talones al
Renacimiento, la Reforma creó un cuerpo propio de eruditos influyentes y
agresivos, convencidos de que la historia de la iglesia también podía dividirse
en tres períodos: antiguo, medio y contemporáneo, período este último en que la
iglesia sería restaurada y recuperaría su perfección primitiva. Aun cuando las
fechas del período medio eran un tanto imprecisas, podría definirse como la era
del romanismo papal, más que imperial, durante el cual el clero papista
mantenía las mentes de los hombres bajo supersticiosa sujeción .Los católicos
no tenían tan lúgubre opinión del
período como los protestantes, pero sus intentos de defender y justificar el
orden medieval no hicieron nada para frustrar la fe en aquella división en períodos de la historia de la iglesia. Ya
en el siglo XX, el movimiento Ecuménico y el Concilio Vaticano Segundo
(1962-65) han contribuido a embotarlas espadas de la polémica religiosa y han
conseguido por fin rescatar la historia de la iglesia medieval de la
controversia sectaria. Pero aunque los modernos eruditos de la Edad Media se
consideren librados de los viejos prejuicios de los latinistas, entendidos y
teólogos, hay que reconocer que el
legadote unas actitudes culturales tan arraigadas en lo que a estudios
medievales se refiere ha sido de gran importancia. La mayor parte de la
información que tenemos sobre el mundo medieval occidental está en latín,
escrita por clérigos, por lo que los historiadores no pueden evitar los
problemas de valorar la fiabilidad de sus autores ni su grado de cultura
latina.
Es posible que los especialistas
modernos se sientan inclinados a desechar conceptos anticuados, pero no se
puede negar que toda la base de la idea medieval procede del siglo XVI, cuando
la humanidad advirtió por vez primera la
frontera entre su propia época y su
pasado inmediato .Es obvio que los que vivieron en el siglo X o en siglos más medievales aún de la historia
europea occidental ,puestos en un mismo saco y mirados con desdén o con lástima
por haber vivido en un período de retroceso humano, no tuvieron la impresión de
su destino común. Tratarlos como parte de un período es aceptar las
preocupaciones del siglo XVI, ya que el milenio medieval fue tan variado,
dinámico y creador como cualquier
milenio conocido de la ciencia.
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