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6/1/14

IDEA GENERAL DE LA EDAD MEDIA


En la Italia del siglo XVI había  reyes alemanes que aspiraban a ser emperadores romanos. Se apoyaban en la idea de que el imperio romano  se había prolongado desde la antigüedad  hasta su época, aunque algunos consideraban absurdo este punto de vista. Cuando  Petrarca  (1304 – 74) y otros eruditos que le siguieron comenzaron a interesarse seriamente en la historia de Roma, consideraron sin paliativos que Roma, en un determinado momento, había  entrado en el ocaso de su gloria, y se inspiraron en sus estudios para recuperar, ya que no otra cosa, aquel espíritu de la antigüedad que se había perdido. El Renacimiento que siguió a continuación no contribuyó a restablecer las realidades políticas de la antigua Roma y no pasó de ser un fenómeno cultural que tuvo unos efectos superficiales en la administración de la cosa pública, pese a que los historiadores que se ocuparon de aquella recuperación y los que siguieron su tradición cultural aceptaron la idea de que había existido una edad  media entre la cultura del mundo antiguo y su recuperación moderna. El mismo concepto de  Edad Media estaba basado en poco más que en  un  prejuicio erudito original, sin una intención básica de dividir taxativamente la historia en períodos. Así pues, preciso es frenar todos los intentos de dividir este período según otros criterios y aquellos historiadores  que quieren justificar el esquema del siglo XIV lo único que consiguen es caer en una trampa.
Para  empezar, los latinistas del Renacimiento miraban por encima del hombro la Edad Media que consideraban  un período de barbarismo. En una época en que los valores  de la erudición latina dominaban la cultura  occidental, esta concordancia sobre el barbarismo medieval  se convirtió en sabiduría admitida. Hasta el siglo XIX  no se inició el estudio intensivo de la  Edad Media y todavía es más reciente la convicción de la relatividad de sus valores culturales, que ha venido a socavar  el prestigio del clasicismo .Por consiguiente, aunque se ha abierto paso una nueva visión de la Edad Media, el mismo término que la designa está tan arraigado que todos los intentos que se han hecho  para demostrar su absurdidad han resultado infructuosos. Así pues, se ha tenido por conveniente y se ha mantenido, al igual que sus igualmente absurdos compañeros, Edad Antigua y Edad Moderna, como simple etiqueta útil para una división tripartita de la historia.
El Renacimiento, que nos legó el concepto de Edad Media, hizo una extraordinaria contribución a la definición  de ese campo cuando, con las Vidas de los más eminentes arquitectos, pintores y escultores italianos (1550) de Giorgio Vasari, quiso demostrar de qué manera habían conseguido los artistas recuperar las artes perdidas de la pintura, escultura y arquitectura. Por espacio de siglos se desdeñó por tosco y primitivo el arte de la Edad Media, puesto que unos artistas que nada sabían de las leyes de la perspectiva ni los cánones de la belleza humana no eran merecedores de atención alguna, y así fue cómo se etiquetó de   “gótica” la arquitectura medieval queriendo significar con la palabra su bárbaro origen nórdico. Aunque el término, desde entonces, ha cobrado un sentido más restringido, continúa siendo singularmente inadecuado, por ejemplo, para la obra de los arquitectos franceses del  siglo XII los entusiastas del gótico rehabilitaron este arte, se tergiversó la plena apreciación de sus méritos técnicos concediendo una importancia equivocada a sus connotaciones religiosas y sociales. Una vez más, los cambios en los gustos impuestos por la moda han sido los principales responsables a la hora de hacer justicia a una de las creaciones genuinamente originales en el campo de la arquitectura Igualmente en pintura, el derrumbamientote la tradición académica, con su interés por el dibujo de la figura, la perspectiva y la elevación del tema tratado, permitió por vez primera juzgar el arte medieval sin prejuicios clásicos. Como resultado, el Renacimiento ya no puede ser aceptado como un período de recuperación  artística,  porque la conciencia de su propia identidad lo convierte en un movimiento artístico sin paralelo en la Edad Media, si bien su  “estilo” diferente no era sino el último de los muchos cambios que actualmente se observan en el arte medieval, un arte que está muy lejos de ser uniforme y carente de  mérito. El prejuicio renacentista contra el arte medieval ha perdido hoy todo su poder de persuasión para influir en la sensibilidad moderna.
Pisando los talones al Renacimiento, la Reforma creó un cuerpo propio de eruditos influyentes y agresivos, convencidos de que la historia de la iglesia también podía dividirse en tres períodos: antiguo, medio y contemporáneo, período este último en que la iglesia sería restaurada y recuperaría su perfección primitiva. Aun cuando las fechas del período medio eran un tanto imprecisas, podría definirse como la era del romanismo papal, más que imperial, durante el cual el clero papista mantenía las mentes de los hombres bajo supersticiosa sujeción .Los católicos no tenían tan  lúgubre opinión del período como los protestantes, pero sus intentos de defender y justificar el orden medieval no hicieron nada para frustrar la fe en aquella división  en períodos de la historia de la iglesia. Ya en el siglo XX, el movimiento Ecuménico y el Concilio Vaticano Segundo (1962-65) han contribuido a embotarlas espadas de la polémica religiosa y han conseguido por fin rescatar la historia de la iglesia medieval de la controversia sectaria. Pero aunque los modernos eruditos de la Edad Media se consideren librados de los viejos prejuicios de los latinistas, entendidos y teólogos, hay que reconocer que el  legadote unas actitudes culturales tan arraigadas en lo que a estudios medievales se refiere ha sido de gran importancia. La mayor parte de la información que tenemos sobre el mundo medieval occidental está en latín, escrita por clérigos, por lo que los historiadores no pueden evitar los problemas de valorar la fiabilidad de sus autores ni su grado de cultura latina.
Es posible que los especialistas modernos se sientan inclinados a desechar conceptos anticuados, pero no se puede negar que toda la base de la idea medieval procede del siglo XVI, cuando la humanidad  advirtió por vez primera la frontera entre su propia época  y su pasado inmediato .Es obvio que los que vivieron en el siglo X  o en siglos más medievales aún de la historia europea occidental ,puestos en un mismo saco y mirados con desdén o con lástima por haber vivido en un período de retroceso humano, no tuvieron la impresión de su destino común. Tratarlos como parte de un período es aceptar las preocupaciones del siglo XVI, ya que el milenio medieval fue tan variado, dinámico y creador como cualquier  milenio conocido de la ciencia.


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