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1/10/12

EL RESURGIMIENTO DEL IMPERIO DE ORIENTE (IV)

Las ciudades dálmatas y los príncipes serbios del interior se doblegaron a las exigencias militares del Imperio, con lo que quedó resuelta la cuestión del "tema" de Dalmacia y se pudo poner término a la organización de los recursos militares del Imperio.  Los temas eran grandes zonas militares, concebidas originariamente en tiempos del emperador romano Heraclio para sustituir la provincia diocleciana y ser guarnecidos con tropas al mando de un strategos que ejercía el poder civil y militar supremo.  Desde el Asia Menor el sistema fue extendiéndose a otras partes del Imperio, y fueron enviados eslavos a colonizar tierras , que cultivaban los campos y tenían unas responsabilidades militares a cambio de las posesiones que se les daban.  Constituyendo reservas humanas y mejorando la economía agrícola, el Imperio fue fortaleciendo su poder y compensando las pérdidas que le habían infligido los árabes en el siglo VII y las infiltraciones eslavas desde el siglo VI.  En el siglo VIII los temas balcánicos se habían extendido desde Tracia (contra los búlgaros) y Hélade para abarcar Macedonia y el Peloponeso.  En el siglo IX, el dominio griego de occidente quedó demostrado con la organización de temas en las islas Jónicas, TEsalónica, Durazzo (Durrës) y Épiro, antes de llegar a Dalmacia.
La recuperación por parte del Imperio de su dominio en occidente ocuparía un segundo puesto en los cálculos imperiales ante el problema de tener que habérselas con el Islam, puesto que si los musulmanes no repitieron después del 717 un asalto directo a Constantinopla, no fue hasta el 740 cuando León III, al derrotarlos en Acroinon, puso fin al saqueo anual que perpetraban en el Asia Menor.  Su sucesor Constantino V (emperador entre el 741 y el 775) realizó una incursión al norte de Siria en el 746 y tomó la fortaleza de Teodosiópolis (Erzurum) y Metilene (Malatya), hitos de nuevas fronteras hasta el 781, año en que el joven Harum al-Raschid condujo el ejército de su padre, el califa abasida al-Mahdi, hasta el interior del Asia Menor.  Sólo se avino a hacer las paces a cambio de un tributo.  Cuando los griegos estaban tratando de recuperarse de aquella humillación, Harún, entonces califa, los castigó vilviendo a Capadocia, más allá de las montañas del Tauro.  Pero el califato abasida de Bagdad daba mucho menos importancia a la frontera imperial que el antiguo califato omeya de Damasco y, a mediados del siglo IX, las campañas se habían convertido en escaramuzas anuales a lo largo dela frontera que servían para mantener en forma a los soldados y al mismo tiempo aportaban un sustancioso botín.  Sin embargo, los griegos se sirvieron de su flota para volver a conquistar Creta durante un breve período (en el 843), aunque no pudieron evitar que los musulmanes del norte de África conquistasen Sicilia.  Pese a ello, en la frontera oriental, los griegos atacaron desde Samosata (Samsat) nada menos que hasta Amida (Diyarbakir) (856) y esta reanudación de la guerra indica precisamente que los griegos no estaban preparados para contraatacar en serio.  Basilio I no consiguió recuperar Melitene, pero inició un asalto a las fronteras que poco a poco fue permitiendo a los griegos hacer retroceder a los musulmanes y crear un estado-valla semiautónomo en Armenia.

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