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28/8/12

RESISTENCIA Y CAMBIO EN EL IMPERIO DE ORIENTE (II)

El elemento greco-romano del imperio tenía que abrir paso a solados y emperadores menos civilizados, aunque en otros aspectos su poder civilizador no había perdido nada de su celo.  La separación entre oriente y occidente tendía a exaltar a los griegos más que a los latinos en el este, si bien la práctica de la ley por parte de los romanos seguía siendo activa. La primera codificación importante de edictos imperiales desde Constantino fue publicada en latón en el 438: era el Codex Theodosianus. Con todo, los intereses básicos de la época se centraban en torno a la teología, y los emperadores no podían pasar por alto -ni tampoco trataban de hacerlo- unos problemas que suscitaban la profunda atención del pueblo.  En Constantinopla, tanto el emperador como el patriarca estaban dispuestos a mantener la posición dominante de la iglesia en la Nueva Roma en oriente, reconocida en un decreto del Concilio de Constantinopla del 381.  Sin embargo, si en occidente el prestigio exclusivo de Roma era inexpugnable, el patriarca de Constantinopla no sólo tenía que luchar con las pretensiones de autoridades más antiguas que la suya propia, como eran las de Antioquía y Alejandría, sino también con las pasiones de los monjes y del pueblo, así como con las complejas especulaciones de la teología.  Las enseñanzas de la escuela de Antioquía sobre las dos naturalezas separadas de Cristo fueron expuestas en Constantinopla cuando Nestorio fue nombrado patriarca (428).  Inmediatamente se vio desafiado por Cirilo, patriarca de Alejandría, quien ratificó la condena de Nestorio como hereje en el Concilio de Éfeso (431) y la preeminencia de su cargo hasta su muerte (444). posteriormente, con el apoyo del papa romano León I, la iglesia de Constantinopla se levantó contra los "monofisistas" de Alejandría y en el Concilio de Calcedonia (451), promulgó la doctrina de las dos naturalezas perfectas e indivisibles, pero separadas, de Cristo.  Aquella victoria teológica alienó muchas de las provincias orientales del imperio separándolas de Constantinopla, que al mismo tiempo perdió el apoyo papal,afirmando una declaración más con respecto a su igualdad con Roma.  Esto hizo que Roma se quedara únicamente con la primacía honorífica. Así pues, el imperio oriental ya se preparaba en el siglo V tanto para una feliz recuperación como para su metamorfosis en un estado predominantemente griego.  En oriente, tanto los griegos como los extranjeros seguían respetando el nombre de Roma. Únicamente la arrogancia de occidente podía transformar las vicisitudes del imperio en disolución de su naturaleza.  El estado romano pervivió como una fuerza de la naturaleza.  No había ninguna otra creación política en la tierra que pudiera compararse con él y los bárbaros que se agazapaban en su territorio no eran sino manchas temporales aparecidas en el cuerpo político de la Roma Eterna.

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