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29/8/12

EL IMPERIO DESDE EL SIGLO V AL VII (II)

Las reconquistas de Justiniano en occidente restauraron el control imperial del Mediterráneo y demostraron el extraordinario poder de recuperación característico del imperio. Sin embargo, juzgadas de forma retrospectiva, generalmente se han visto como el resultado de unas ideas excesivamente grandiosas, perseguidas con escasa consideración a la prudencia y a la economía.  La participación en las cuestiones de occidente mermó la atención que habría podido dedicar el emperador a la recuperación persa bajo Khusrau I (emperador del 531 al 579), más a menudo sobornado que realmente derrotado.  El imperio, por la parte europea, se vio invadido por los eslavos, los búlgaros y los hunos.  Incluso la misma Constantinopla se vio amenazada.  Las incursiones bárbaras a través de Iliria, Grecia y el Egeo hasta el Asia Menor levantaron muchas críticas contra Justiniano,por haber comprometido con ello la seguridad de la capital y de todo el imperio oriental como resultado de sus ambiciones en occidente.  Con todo, no se había perdido ninguna parte del imperio con carácter permanente como resultado de dichos ataques, y el emperador se sentía plenamente satisfecho al ver que su constancia había sido recompensada.  Las acusaciones formuladas contra él y contra su famoso ministro, Juan de Capadocia, por haber llevado el imperio a la ruina económica no están avaladas por los archivos y se basan en las maliciosas declaraciones del historiador contemporáneo Procopio.  Las preocupaciones de Justiniano por los intereses comerciales de su imperio apuntan que tuvo suficiente sentido de la economía para saber calcular el coste de la gloria militar.  Las guerras persas interrumpieron el comercio, sobre todo el de la seda china, por lo que se iniciaron negociaciones con Etiopía al objeto de abrir una ruta alternativa (532). Veinte años más tarde, Justiniano suministraba huevos de gusanos de seda procedentes de China y se iniciaba la fabricación de seda en el imperio, transformándose en una de sus industrias más importantes y lucrativas.  No se ha podido demostrar que la prosperidad del imperio se viera comprometida por los costes de la guerra o por las acciones del gobierno. La fama personal de Justiniano, aumentada con su responsabilidad en la codificación de la ley romana (529-534) y con la construcción de "la iglesia más hermosa del mundo", la de Santa Sapiencia (Santa Sofía,terminada en el 537), ha sobrevivido airosamente a las diatribas suscitadas por sus detractores.

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