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28/8/12

RESISTENCIA Y CAMBIO EN EL IMPERIO DE ORIENTE (I)

La historia del imperio de oriente durante el siglo V puede parecer monótona comparada con la del imperio de occidente, si bien al final de este siglo se hizo patente que también había vivido problemas importantes y que hasta cierto punto eran similares.  No fue por el cinismo que los emperadores alentaron a los díscolos bárbaros que se introducían en el imperio a que se dirigieran a occidente.  Los visigodos causaron más problemas a los emperadores en los veintiséis años que estuvieron en oriente que en occidente, donde acabaron por establecerse según bases satisfactorias al cabo de dieciocho años.  La parte occidental estaba menos poblada y tenía menos ciudades vulnerables que la oriental.  Pero allí donde el occidente se encontraba densamente poblado, como en África del norte, la ocupación vándala provocó profunda inquietud en oriente.  En tiempos del emperador León I, a finales de la década que se inicia con el año 460, se envió una expedición muy costosa para resolver dicha ocupación y, pese a que la expedición resultó un fracaso, el proyecto de recuperar África no cayó en saco roto.  Oriente tuvo también que soportar el impacto del ataque de los hunos, puesto que no fue hasta el 451-452 que Atila volvió sus ojos hacia occidente.  Los ostrogodos, que a partir de entonces se zafaron de la tutela de los hunos, no tardaron mucho en utilizar sus músculos contra el imperio.  Su jefe, Teodorico, pese a haberse educado en Constantinopla como rehén se sirvió de su cultura para negociar un buen trato.  Alternativamente aliados y contrincantes, los ostrogodos soportaron a León I y a Zenó antes de que el último encontrase la oportunidad de dirigirlos contra Odoacro, enemigo personal de Teodorico y general independiente de Zenón en Italia.  Los emperadores se habían visto amenazados en su propia capital, que era, a diferencia de Roma en occidente, el centro neurálgico de la administración estatal.  Se habían visto desafiados en sus mismos palacios por generales, desde Rufino, tutor de Arcadio I, a Aspar, que había entronizado al emperador León I, de la misma manera que Ricimer había creado emperadores en occidente.  Sin embargo, el emperador de oriente todavía podía encontrar medios para afirmarse.  León I, para convertirse en auténtico señor, había hecho asesinar a su protector después de encontrar un aliado en el jefe isaurio que se casó con su hija, como resultado delo cual adoptó el nombre griego de Zenón y lo sucedió como emperador en el 474.  Zenón, por el hecho de ser extranjero, era impopular y no tardó en ser depuesto, si bien al cabo de dos años fue restablecido en su dignidad y la ejerció durante todo el período que le correspondía (476-491).  El imperio de oriente sobrevivió mil años más debido a estar en condiciones de atraer y retener a emperadores de los orígenes más diversos.  Los problemas de la frontera oriental comprometieron al imperio en una campaña más regular contra el poder de Persia que en cualquiera de las circunstancias planteadas por la frontera del Rin-Danubio.  Los intereses de Anatolia oriental, como es lógico, tenían un gran peso en los cálculos políticos.

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