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3/12/12

EL GRAN IMPERIO DE LOS NORMANDOS

La independencia efectiva de Normandía y su pertenencia honorífica al mundo escandinavo le dio un influyente papel en la historia de la Inglaterra del siglo XI.  Eduardo el Confesor, rey de Inglaterra (1042-1066), nombró heredero suyo al duque Guillermo y fue tan solo la resistencia opuesta por la familia Godwinson la que transformó la propuesta pacífica subida al trono de Guillermo en una conquista normanda.  Esto dio al duque de Normandía una condición real para el mejor período de ciento cincuenta años.  En este aspecto fue algo diferente de las conquistas normandas de Italia, si bien los historiadores, aun los contemporáneos, se complacen en ver en ambas empresas elementos comunes de promoción marcial y de agudeza política.  Como en el sur, el triunfo inicial fue seguido al poco tiempo de una voluntad de extender la influencia fuera de la base donde, desde el punto de vista realista, habría sido conveniente extenderla.  Allí donde la guerra no era lo conveniente, podía recurrirse al matrimonio, a la herencia o a las alianzas.  No sin retrocesos, sino con una especie de sentido del impulso continuado, a finales del siglo XII la monarquía inglesa poseía en Francia una extensión de tierras mayor que el rey de Francia y tenía vínculos establecidos con los principales señores de la Cristiandad.  Antes del 1066 los reyes ingleses habían desempeñado un importante papel en las fronteras de la Cristiandad; después de este año, sus sucesores se convirtieron en gobernantes de importancia continental.  Hasta el decenio que siguió al año 1190 el rey de Francia no consiguió atacar algunas de las fronteras francesas de sus dominios y hasta el 1203-1204 no pareció viable el derrumbamiento de toda la estructura.  Posteriormente ha parecido natural pensar que se trataba de una situación artificial y necesariamente precaria.  Sin embargo, los que vivieron aquellos grandes días -muchos de los cuales escribieron crónicas de los hechos- no dudaron ni un momento de su viabilidad.  Mientras existió, fue uno de los estados más poderosos de la Cristiandad y fue en aquel tiempo probablemente cuando los ingleses desempeñaron su función más importante en las cuestiones europeas.  No obedece al azar que en aquel entonces hubiera un papa inglés, el único inglés que lo ha sido: Adriano IV (papa 1154-1159).  ¿Cómo pudo subsistir tan extraordinario gobierno?
En el pasado era costumbre atribuir gran parte del éxito de la empresa  los propios normandos y a la misteriosa calidad de su "feudalismo", lo que les permitió crear un poderoso estado a partir de instituciones que en todo el resto del mundo se consideraban incompatibles con el buen gobierno.  Los normandos, realmente, aportaron ciertas cualidades de vigor y visión y, debido a las peculiares circunstancias de la conquista ducal de Inglaterra, crearon su estado de un solo golpe: los terratenientes normandos constituían un grupo notablemente homogéneo y disciplinado, en marcado contraste con los señores normandos de Italia.  Sin embargo, Normandía en sí no se distinguió nunca por el buen gobierno y los historiadores de hornadas recientes buscan los orígenes de aquella poderosa monarquía en la época que antecede a la conquista de Inglaterra.  Es un hecho que los normandos sabían cómo ocuparse de lo que encontraban y qué había que hacer para mejorarlo.  Y lo que es más importante, tenían razones más urgentes que sus predecesores ingleses para llevar adelante un sistema manejable, ya que sus compromisos en el continente no les permitían consagrar todo el tiempo de que disponían a vigilar personalmente los asuntos ingleses: sus ambiciones forzaron a las instituciones inglesas a desarrollarse más rápidamente para hacer frente al desafío de las responsabilidades reales en el continente.  La fuerza del antiguo sistema inglés estaba en sus instituciones locales.  Con la ampliación del ámbito de la supervisión real de la monarquía ideaba una forma de crear una sociedad política coherente bajo su propio liderazgo, agrupando en un todo las sociedades locales, los señores feudales, la Iglesia y la administración real.  No hubo ningún otro monarca del siglo XII que estuviera más cerca de hacer lo que Enrique I (rey 1100-1135) o más aún Enrique II (rey 1154-1189) de Inglaterra hicieran para convertirse en los verdaderos señores de todas las gentes que habitaban sus tierras.  Lo que generó esta plasmación única del poder real fue la combinación de elementos tanto de la sociedad inglesa como de la sociedad franca.

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