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24/6/14

FINAL DEL GOBIERNO IMPERIAL AL NORTE DE LOS ALPES

El gobierno romano no volvió a ser restablecido nunca totalmente en España, la Galia o Britania, cosa que merece ser considerada.  Aunque los emperadores desdeñaban la habilidad política de los bárbaros, no habían tenido en cuenta la posibilidad de que el cambio de circunstancias pudiese perjudicar de manera permanente las probabilidades de un restablecimiento de Roma.  Los mismos bárbaros comenzaron a familiarizarse con una situación en la que el gobierno imperial demostraba una mayor debilidad y en la que sus propias autoridades, hasta entonces dubitativas, se mostraban más confiadas, lo que hizo que comenzasen a actuar con menos deferencia.  Las poblaciones romanas de occidente, por su parte, se entregaron a ocuparse de una situación para la cual el gobierno no ofrecía remedios inmediatos.  Una manera de acomodar ambos bandos, bárbaros y terratenientes (la clase gobernante del imperio), sirvió a los principales intereses que estaban en juego, pese a ser a expensas del gobierno.  La alternativa menos conveniente del compromiso era la dictadura militar.
Hasta mediados del siglo V, la responsabilidad que correspondía a los generales romanos de defender la estructura del imperio había sido llevada a la práctica con efectividad.  No se habían producido intentos persistentes de derrocar el gobierno imperial, ni de crear satrapías o de promover una guerra civil.  Perola carga que correspondía a los generales era muy pesada y el gobierno ni se mostraba agradecido ni colaboraba en nada.  El propio emperador de occidente necesitaba ser activo y efectivo.  Durante un tiempo la familia imperial había mantenido un sentido limitado pero eficaz dela unidad del imperio, a pesar de la división del imperio en oriental y occidental entre hermanos imperiales primero (395) y entre primos después.  Con la muerte de Valentiniano III en el 455 y de Marciano en el 457 en oriente, se rompió incluso este vínculo familiar.  En oriente, el general alano Aspar entronizó al emperador Leo, mientras que en occidente era elevado a ese rango Avito por el rey visigodo Teodorico II si bien muy pronto Ricimer, jefe militar de Italia, lo obligó a renunciar a esa gloria.  Su sucesor, Mayoriano, no resultó del gusto de Ricimer, quien lo mandó asesinar en el 461.  Después de Mayoriano, los emperadores de occidente no tuvieron poder decisivo en el gobierno, ya fueran enviados de oriente, ya nombrados por los generales (esto último lo más habitual).  Después de Mayoriano no hubo ningún emperador que tuviera autoridad en la Galia y menos aún en Britania o España.
Sin el apoyo de la Galia, el imperio de occidente no pudo extenderse más allá de Italia y, al morir Mayoriano, los lioneses romanos ya habían escogido a los dóciles burgundios como protectores.  Más al norte, la autoridad de Aecio (asesinado en el 454) pasó a Siagrio, que gobernó independientemente por espacio de veinticinco años.  Después de la batalla, Clodoveo se anexionó su "reino".  Cuando Clodoveo se hizo católico, los romanos del Lyonnais se manifestaron claramente a su favor frente a los burgundios.  Habían aprendido que debían tener en cuenta sus propios intereses y hacer los pactos que fueran necesarios sin recurrir para nada al emperador.  Es muy probable que fueran más los que sufrieron pérdidas e indignidades que los que pactaron con los gobernantes bárbaros.  En la Galia por lo menos no les correspondió el espantoso destino deparado a los romano-británicos, que tuvieron que abandonar sus mejores tierras a los invasores y colonos ingleses.  El avance de dicho afincamiento se vio retrasado por una victoria romano-británica en Mons Badonicus, pero los invasores no fueron rechazados ni tampoco asimilados y, al cabo de poco tiempo, los ingleses reanudaron sus presiones sobre los restantes romanos.  En la Galia no ocurrió cosa tan ignominiosa.  Pero la civilización romana no fue salvada por el imperio a través de medios políticos, administrativos o militares, sino por los terratenientes con sus mansiones y sus iglesias.  El rey visigodo de Toulouse había compartido la derrota de Atila y había apoyado a Avito como emperador romano.  Después de la muerte de Mayoriano, con los hermanos Teodorico II (453-466) y Eurico (466-483), el reino acusó los esfuerzos para sujetarlo.  Eurico extendió sus tierras hasta el Loira (470), a través del Ródano hasta Provenza (477) y a través de los Pirineos hasta España, que sometió.  La práctica del arrianismo por parte de los visigodos era lo único que justificaba su expulsión de la Galia, ordenada por Clodoveo, y su posterior aislamiento en España.  Pero también la Galia había empezado a desmembrarse y los estados que aparecieron descartaban cualquier posibilidad de restaurar el romanismo en occidente.  Italia, como caso excepcional, constituía un ejemplo aparte.

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