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5/3/13

UN ORDEN NUEVO

La extraordinaria vitalidad del siglo XII creó nuevos problema a la cristiandad que sólo podían resolverse a través de nuevos métodos. Por ejemplo, el impulso del ingenio monástico había ampliado  enormemente el ámbito e influencia de los monjes, si bien entretanto la abundancia de reglas fue minando las bases para la ge en la simple profesión monástica como ideal único de los cristianos.  Los mismos monjes habían demostrado que estaba sujeto a un excesivo número de interpretaciones. Las disputas en torno al ideal y rivalidades entre las órdenes hacía imperativo imponer la disciplina a los monjes desde arriba.  Así pues, el Papa Inocencio III (1198-1216) decretó que las casas benedictinas se agruparan en congregaciones y celebraran asambleas regulares, idea inspirada por los cistercienses, y decretó igualmente que o se dictaran nuevas reglas para normalizar la vida religiosa. Los futuros reformadores monásticos tendrían que procurara acomodar a sus propósitos alguna de las muchas reglas existentes.  Se utilizaba la autoridad, la disciplina y la ley para poner coto al exuberante crecimiento de épocas anteriores y preparar un ordenado jardín para la Cristiandad.
Ocurrió algo parecido en el movimiento de las cruzadas. Aunque el período de la conquista había terminado mucho antes de que Saladino volviera a conquistar Jerusalén en 1187, los cruzados ya se habían dado cuenta de la necesidad de pensar seriamente  en una estrategia.  No bastaba con el entusiasmo y el valor. Durante todo el siglo XIII el ideal de los cruzados se mantuvo poderoso, y la Cristiandad, pese a las contrariedades, mantuvo vivas las esperanzas.  De hecho, parecía como si la Tierra Santa tuviera que ser tomada de flanco más que a través de un ataque directo.  Los que militaban en la cuarta cruzada se vieron sorprendidos por los problemas de los griegos y se desviaron para proceder a la conquista de Constantinopla (1204), con la remota esperanza de que el hecho redundaría en ventaja para el movimiento; l quinta cruzada estuvo dirigida contra Egipto, el principal enemigo (1218-1254) y Túnez (1270). Es curioso que sólo Federico II se lanzara de cabeza contra Jerusalén, si bien perdió las simpatías de los cristianos por sus negociaciones con Al-Kamil, sultán de Egipto, que terminaron con la ocupación de una parte de Jerusalén, si bien perdió las simpatías.  Hubo muchos reyes que en el siglo XIII viajaron a oriente, zona que no e apartaba nunca de sus mentes, aun cundo la cuidadosa preparación de los soldados y la valoración de las realidades políticas tenían necesariamente un efecto disuasorio en la tropa.  Se consideraba peligroso aquel ciego entusiasmo de otros tiempos.
En este y otros aspectos, sin embargo, el resultado de las innovaciones del siglo XII fue que en el siglo XIII os hombres se dieron cuenta de la importancia de recapacitar sobre los propios problemas y de confiar en los gobernantes para una actuación responsable.  Como resultado, las unidades políticas de Europa comenzaron a cristalizar.  Ya no había otros recién llegados, como la Sicilia normanda  Surgían los antiguos poderes, que asumieron las nuevas tareas de gobierno, aportando seguridad y estableciendo la paz entre facciones rivales.  Tal vez sea simbólica de la nueva actitud la organización de la Universidad de París a principios del siglo XIII, con su gremio de maestros y sus sistemas de exámenes y de concesión de títulos que se desarrollaron a partir e un tipo mucho más espontaneo de enseñanza conocido en el siglo XII.  Los hombres que se adaptaron al nuevo sistema debían tener las ideas claras, estar seguros de sus objetivos fundamentales y tener confianza en sí mismos.  Son características que se hicieron también patentes en la arquitectura y pintura góticas contemporáneas, en las que prevalecieron la proporción, el orden y la claridad.

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