Visitas hasta hoy:

29/8/13

CRISTIANDAD E ISLAM (I)

La prudente y respetuosa actitud de los príncipes rusos con la Horda de Oro hasta el siglo XV indica claramente las realidades del poder islámico según eran experimentadas por la Europa cristiana.  Los cruzados latinos habían desafiado al Islam en su zona de influencia y poco a poco éste había ido reuniendo y redistribuyendo sus fuerzas para eliminar este elemento ajeno de su seno.  Los cristianos situados más allá de su influencia se habían mantenido extrañamente optimistas con respecto a sus posibilidades de proceder a su vez a un contraataque.  La fe de San Luis, derrotado en Egipto pero quedándose cuatro años más en Siria para seguir resistiendo, no sólo es una representación del fervor cruzado bajo su mejor aspecto, sino que contribuyó, como es lógico, a fortalecer la fe de otras personas.  Sus esperanzas sólo se desvanecieron al final del siglo XIII, cuando los mamelucos de Egipto desmantelaron las últimas plazas fuertes que los cristianos tenían en Tierra Santa (1291) y, más o menos en la misma época, los mongoles del Asia occidental aceptaron el abrazo del Islam.  Este había recobrado su asidero en Asia y en el norte de África.  El avance de los otomanos en los Balcanes durante la segunda mitad del siglo XIV fue, desde el punto de vista islámico, sólo la reanudación del deber largo tiempo interrumpido de propagar la fe: la antigua religión resurgía con nueva confianza.
Es el período de algunos famosos eruditos musulmanes, como el historiador y filósofo ibn-Khaldun (1332-1406).  También es el período en que la capital de la cristiandad, Constantinopla, el antiguo enemigo del Islam, fue tomada finalmente por los otomanos.  El viajero ibn-Battuta, que visitó el mundo entero (según él creía), desde un extremo del Islam hasta el otro, es de extrañar que se sintiera indiferente a los pueblos poco importantes de Europa occidental que vivían en la periferia de su civilización, ya que no podía imaginar que también a ellos les llegaría su turno.
No hay duda de que el más grande de los pueblos islámicos que se enfrentó con la Cristiandad a finales del siglo XIII fue Egipto.  En 1171 Saladino había restablecido la ortodoxia sunnita en el país y ésta se convirtió en la base real del movimiento para eliminar los estados cruzados del siglo XIII.  La campaña de Luis IX contra Egipto fue no sólo ocasión de su derrota sino de la instalación de la dinastía mameluca que confirió poder al ejército "esclavo" turco.  A partir de este período Egipto estuvo en condiciones de volver a ejercer su autoridad en el mundo islámico.  Era un país con abundancia de trigo, contaba con una numerosa población y tuvo un papel importante en el comercio gracias a sus contactos en el Océano Índico e interior de África, donde conseguía plata y esclavos.  El sultan Baybars (1260-1277) no sólo extendió su dominio a Siria sino también a Numidia y a los bereberes.  Promovió el bienestar económico de su país y cumplió la función de un piadoso musulmán construyendo mezquitas y escuelas y alentando la ortodoxia.  Su sucesor Qalawun (1279-1290) perpetuó su estilo y se hizo famoso por construir el hospital musulmán más antiguo que ha sobrevivido en El Cairo.  El sultán al-Nasir (1298-1340) fue igualmente poderoso, aunque más tarde los disturbios fueron ya un presagio del declive del sistema.