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10/6/13

LOS DOMINICOS

El éxito de los frailes en la manera de tratar la herejía en esta época no hay duda que contribuyó a fomentar la confianza general en la cristiandad. Los herejes albigeneses particularmente habían resistido todos los intentos que se habían hecho de convencerlos por medio de la predicación en el siglo XII.  Tanto empecinamiento había hecho que hasta el mismo Inocencio IIII se lanzara a predicar la cruzada contra ellos en el 1209. Su fuerza finalmente fue reducida por medios militares,con lo que se redujo también el peligro que entrañaban (en 1240 y años sucesivos).  Cuando a los dominicos se les confió la misión de predicar y eliminar herejes mediante la Inquisición, es fácil imaginar las reacciones psicológicas que se provocaron en la región albigense. La herejía no fue erradicada por la superioridad intelectual de los dominicos pero no por ello la gente de la época dejó de creer que la Iglesia había sabido solventar la herejía porque, intelectualmente, estaba segura de su propia posición.
Los frailes también desepeñaron un importante papel en las universidades en lo que se refiere a fomentar la confianza de los intelectuales en las verdades de la religión.  Los profesores más famosos de la teología escolástica eran todos frailes: San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, Duns Scotto y Guillermo de Occam. Cuando en París se organizó la universidad  a principios del siglo XIII la principal influencia intelectual que existía en los estudios era Aristóteles.  El redescubrimiento de sus obras de lógica había despertado el interés del siglo XII y la fama de que gozaba entre los lógicos suscitó una actitud como mínimo respetuosa por sus obras científicas.  Sin embargo, cuando estas últimas fueron conocidas del público en general a principios del siglo XIII hubo algunos maestros que al principio se mostraron hostiles a sus enseñanzas abiertamente anticristianas, por ejemplo, con respecto a la creación o a la  naturaleza del hombre. Otra razón que explica su hostilidad era que las obras científicas de Aristóteles eran demasiado difíciles de entender sin hacer referencia a comentarios y los únicos existentes en el siglo XI estaban traducidos al árabe y escritos por musulmanes. Las sospechas sobre Aristóteles quedaron, pues, reforzadas por la hostilidad de sus mismos defensores. Sin embargo, los administradores de Aristóteles no se desalentaron, puesto que vieron que tenían mucho que aprender de aquellas difíciles obras y no se dejaron amedrentar por sus rasgos reprensibles.  Hubo pensadores más osados que fueron más lejos y que trataron de reinterpretar sus doctrinas y de hacerlas aceptables para los cristianos. Otros más osados comenzaron a pensar que quizás había dos verdades, una para la religión  y otra para la ciencia.  Las universidades del siglo XIII siguieron siendo lugares de mucha polémica y, aunque escolasticismo se convirtió en una palabra que sugería intelectos más bien estériles, de hecho las consecuencias fueron importantes y muy estimulantes para el desarrollo intelectual de la Cristiandad.  Lo más importante fue que los maestros cristianos de este período pudieron hacerse una idea de los problemas intelectuales planteados por el racionalismo pagano de la Antigüedad y de los intelectuales islámicos. Y, superando el horror  inicial que les inspiraban ambos, atacaron por su cuenta. Por vez primera, Occidente sentía nacer la confianza en sus propias fuerzas.  Como indicación de este cambio de actitud no hay más que considerar la Summa contra Gentiles de Santo Tomás de Aquino, de la que se dice que le fue encargada para formar a los misioneros dominicos en las recién conquistadas islas Baleares. Estaba concebida como una exposición racional de la teología cristiana y se basaba en la convicción de que la actitud monoteísta de los musulmanes permitiría conducirlos a la aceptación del cristianismo. Sin embargo, cualesquiera que sean sus méritos en lo que se refiere a un proselitsimo inmediato se trataba de un tour de force juzgado desde un punto de vista intelectual.